Pero, no se fueron a sus casas y la “diversión” siguió en la calle donde las corridas, los gritos, los huevazos y bombuchazos de agua provocaron la indignación de los vecinos que no dudaron en poner término al festejo, llamando al Comando Radioeléctrico y la Guardia Urbana Municipal (GUM).
En Pellegrini y Ayacucho, los chicos no paraban de tirarse huevos y lo que parecía un festejo comenzó a adquirir ribetes violentos de una verdadera batalla. Incluso, algunos chicos llegaron a la exasperación y no dudaban en provocar a los que pasaban gritando consignas nazis.
Los chicos no repararon en circunscribir el intercambio de huevos y agua entre ellos y varias personas fueron partícipes forzosos de la “batalla”, como por ejemplo, algunos agentes de la GUM que además de atajar a los exabruptos juveniles tuvieron que convencer a los almaceneros de que no le vendan más huevos y bombuchas a los festejantes.