Humedad en la medianera, caños rotos, una obra de construcción al lado y por qué no alguna que otra vecina celosa dan origen a cientos de conflictos entre vecinos. Que “yo te dije”, que “él me dijo”, que “te voy a denunciar”, que “no me puede ver” y la lista es interminable. Todos los días, la vecindad ve amenazada su armonía por una diversidad de problemas entre quienes comparten la misma vereda. Muchos terminan en la Justicia con el consecuente gasto de gran cantidad de dinero y tiempo y otras veces, más lamentables, finalizan a las piñas. En ambos casos, no se produce la reconciliación de las partes y ya nada vuelve a ser lo mismo. No más charlas, no más “te toco el timbre” ni hablar de “te miro la casa hasta que llegues”.

Este tipo de situaciones son las que se atienden en el programa municipal de mediación puesto en funcionamiento en 2002. Quince días atrás, abrieron dos nuevas oficinas en los Centros Municipales de Distrito Oeste y Sudoeste que se sumaron a las del distrito Sur, Norte, Noroeste y Centro. En contacto con Rosario3.com, Julia Cardozo Villa, la coordinadora del programa, indicó que hasta la creación del programa, muchos vecinos se acercaban a los distritos para solucionar temas de índole privado, como por ejemplo, peleas con vecinos, en la que la Municipalidad no podía intervenir. Fue por la repetición de este tipo de reclamos que se decidió acudir a la mediación.

“En 2007, atendimos unos 600 casos con un porcentaje de resolución del 50 por ciento”, informó la coordinadora quien explicó: “Buscamos resolver esos problemas entre vecinos que les pueden costar años y muchas complicaciones”  y agregó: “La esencia de la mediación es que las personas traten de solucionar por sí mismas los problemas con el diálogo, que entienda que no todo es blanco o negro y que existen formar de acordar entre los derechos de los vecinos, porque los enfrentamientos ocurren generalmente cuando hay dos conductas permitidas en juego”.

Según detalló Cardozo Villa, la mediación permite a las dos partes sentarse a hablar en un espacio gratuito y abierto, coordinado por un mediador imparcial y neutral que busca que las partes logren el diálogo a través de un procedimiento pacífico, rápido y confidencial, evitando los tiempos, costos y esfuerzos que generaría un proceso judicial.

El acuerdo, sea total o parcial, es redactado y firmado por las personas intervinientes y adquiere un valor extrajudicial que no obstante permite ser presentado ante un juez o autoridad administrativa.

¿Por qué la gente se pelea?

Las oficinas de mediación han atendido una diversidad de conflictos, sin embargo, según Cardozo Villa, en el Distrito Centro se produjo una particularidad: la mayoría de los casos fueron reclamos por obras en construcción mientras que en el resto de los barrios, los conflictos son más heterogéneos.

Algunos de las “mechas” que encienden el fuego son la presencia de humedad en una pared medianera, roturas o filtraciones de una casa a otra que ninguna de las partes reconoce, un árbol cuyas raíces levantan todo a su paso, perros que ladran muy fuerte o muerden, la música muy alta, las miradas “malas” o incorrectas o la palabra dicha en el peor momento, por citar algunas.

Sin embargo, para la coordinadora del programa  hay dos casos que se destacan en el historial del programa de mediación: “Una vez impedimos el remate de una casa de una familia muy humilde logrando el diálogo entre las partes. La mujer había escrito una carta al intendente contándole el problema y él nos la derivó y logramos que sólo pague la mitad de la deuda”.

El otro caso, en cambio, tiene matices novelescos. Según contó, tuvieron un caso en el que dos familias se habían enfrentado. “Estaban muy peleados y no podían hablar, todo muy trabado hasta que una de las mujeres admitió que se sentía celosa de su vecina y que pensaba que su marido la miraba”, contó al borde de la risa. “Es que a veces es muy graciosos, lo que aparece no siempre es lo que sucede en la realidad”, terminó.