La iniciativa no fue una respuesta a que los alumnos hablen por teléfono dentro del aula, sino a la práctica de enviar mensajes de texto en horarios de clase, algo que en muchas ocasiones venía con la sospecha de que se estaban "macheteando" en forma electrónica.
A ese uso se suma otro problema: el uso permanente de los juegos que traen incorporados los celulares, que impiden la adecuada concentración de los estudiantes durante las clases.
El autor del proyecto, el diputado radical Santiago Mascheroni, reconoció: “Nos llevaron a tomar esta medida las afirmaciones de muchos docentes, que decían que las clases se tornaban ingobernables. Sobre todo cuando empieza a detectarse la presencia de teléfonos celulares en chicos muy menores”.
El legislador rechazó los argumentos de los padres y de “algunos interesados” que hablaban de cuestiones de seguridad. “Nosotros planteamos que carece de todo sentido la utilización del celular en el momento en que se desarrolla la actividad curricular. Pero no planteamos, porque es una decisión de los padres, aunque consideramos que no es lo conveniente, que los menores los utilicen fuera del horario escolar”, dijo.