La isla se ha convertido en territorio hostil. Y no sólo por la quema de pastizales, que afecta el ecosistema de uno de los humedales más importantes del planeta. Sino por otra consecuencia de la “colonización ganadera”, que avanzó de la mano de la sojización de los campos ubicados en tierra firme: la muerte de vacas a la orilla del río por, vaya paradoja, falta de agua.