La publicación de un catálogo-homenaje del sello que funcionó entre 1966 y 1995, con más de 5 mil títulos distribuidos en 78 colecciones, rescata una experiencia cultural que marcó a tres generaciones de argentinos.

Las colecciones -fueron 78, con cinco mil títulos- anclaban primero en los quioscos de diarios y luego en las librerías. Abarcaban un amplio espectro de intereses. Allí estaban las tapas blancas de la Serie del Encuentro, donde se publicó, por ejemplo, la novela Zama de Antonio Di Benedetto. Decenas de escritores argentinos tomaron contacto con un universo de lectores, como lo harían luego con "Capítulo. La historia de la literatura argentina. Biblioteca Fundamental." O con la "Serie de los escritores argentinos", entre otras.

En la nota introductoria a este libro-catálogo de la editorial que fuera fundada por el mítico Boris Spivacow se recuerda que el empuje descansaba en un sueño iluminista, a saber: el mundo era pasible de ser entendido y explicado; todo ese conocimiento podía caber en una colección de libros; la lectura podía “transformar el mundo”. La fuerte circulación cultural de fines de los años 60 tributa a esas premisas.

Una marca fuerte del CEAL fue la incidencia en la formación política de una generación. La serie de fascículos "Transformaciones", por ejemplo, abordó temas como "El hambre", "Televisión y sociedad"; "Drogas y drogadictos" o "Intervenciones y golpes militares". Una verdadera biblioteca de pensamiento crítico se armaba también con "La historia popular" o los "Cuadernos hispanoamericanos". En los títulos y colecciones ponían la firma Darcy Ribeiro, José Babini, Beatriz Sarlo, Jorge Lafforgue, Graciela Montes, Ismael Viñas, Oscar Steimberg o Alcira Argumedo.

Del rápido recorrido por las colecciones se desprende un modo de tomar el conocimiento cruzando lo "alto" y lo "bajo", confiando tanto en la capacidad de absorción de nuevas camadas de lectores como en el interés de los más formados por los fenómenos de masas.

El dossier final de este catálogo muestra los expedientes de la persecución de que fue objeto el Centro Editor tras el golpe del ´76. Allí están las fotos de las ominosas montañas de libros quemados. Las imágenes explican qué significó para el poder dictatorial aquella confiada apuesta de difusión cultural.

El CEAL fecha su nacimiento en 1966. Su creador, Boris Spivacow, acababa de sumarse a los exonerados tras "La noche de los bastones largos", la brutal intervención sobre la Universidad pública que concretó Juan Carlos Onganía. Spivacow había sido el alma mater de otra experiencia que ya había acercado el libro a los quioscos, la Editorial Universitaria Argentina (EUDEBA). El eslogan que atravesó toda la vida de Centro Editor (1966-1995) fue precisamente "Más libros para más" y reflejaba el objetivo de vender libros al valor de un kilo de pan.

Fuente: Revista Ñ