Como, luego existo. En realidad no es este el planteo filosófico formulado por René Descartes sino, la locución latina, Pienso, luego existo. Siendo más precisa la traducción del latín “Pienso porque soy”.

Esta formulación nos permite hacer hincapié en el poder pensar sobre el “si mismo”, pregunta que le permite al hombre dar cuenta de que existe y de que esta vivo.

Pero, ¿Qué hacer cuando creo encontrar en el comer un refugio, una escusa, “un cable a tierra” y el costo es mi salud, mi psiquismo, mi estética y el sentimiento de frustración e imposibilidad que conlleva?, ¿Qué hacer cuando en vez de abrir la puerta para ir a jugar como cuenta la canción infantil, no puedo dejar de abrir la puerta de la heladera con la esperanza de que allí pueda haber algo que me rescate de mi aburrimiento, rutina, frustraciones, dolores y temores, o mejor dicho algo que me ahorre tener que actuar?

¿Qué hacer cuando mis movimientos comienzan a ser cada vez mas lentos, pesados, limitados?, ¿Cuándo mi vivir, bocado tras bocado va limitándose cada vez mas?, ¿Cuándo por mi sobrepeso ya no puedo atarme los cordones, cruzarme de piernas, dormir sin falta de aire por la noche, en fin cuando ya no puedo ser independiente, cuando ya no puedo ser libre en mi cuerpo?

Estas son algunas de las preguntas que el sujeto regido por el “primero como, luego existo” no se atreve a enfrentar, no se permite sentir con claridad sus afectos, miedos, duelos, etc., y mucho menos se los permite hablar. Solo aparece el comer para festejar, por tristeza o ansiedad, o como dicen muchos pacientes al llegar por primera vez a los grupos terapéuticos: “mi disfrute es la comida”.

¿No será este, tal vez el problema?, ¿será quizás el hecho de que el “disfrute solo esta en la comida y no mas allá?, ¿habrá un mas allá? Es por esto que la persona con exceso y excesos se devora la vida, no siente su sabor y mucho menos la vive.

Pero cuando decide elegirse y elegir algo distinto para comenzar a vivir, descubre otras cosas, descubre emociones, afectos, desilusiones, límites, temores, en fin se descubre “él mismo”. Pero claro esta que para llegar a ese momento de cambio hay que elegir, elegir vivir sin pesos, vivir sin “lastre”, arriesgarse a tener éxito.

Lic. Mario Livio Maldonado.
Psicólogo - Mat.4750
Centro Médico Promad.