"Es una lluvia de estrellas fugaces que se observa mirando hacia las Tres Marías, en la constelación de Orión", informó a Télam el astrónomo Sergio Toscano, director-fundador del observatorio "Padre Adolfo Kolping" de la ciudad de Posadas.
"En esta fase más intensa se ven de 20 a 30 meteoritos por hora, siempre en el mismo sector del cielo y tomando la precaución de alejarse de la luminosidad de las ciudades", explicó Toscano.
Los fragmentos de hielo, roca y metal desprendidos del cometa cada vez que pasa cerca del Sol, se vuelven incandescentes y se incineran al entrar a una velocidad de unos 70 kilómetros por segundo en las capas superiores de la atmósfera, a 70 ú 80 kilómetros de altura. "El tamaño de las partículas determina la duración del destello: a más grande, dura más. También influye la composición", ilustró Toscano.
El especialista dijo que los bloques de hielo apenas producen un chispazo; en cambio los fragmentos rocosos metálicos más grandes pueden ofrecer un luminoso desfile de 20 a 30 segundos. "Los colores nos dan un indicio de su composición. Por ejemplo, una luz amarillo-anaranjada indica la presencia de cobre; el hierro genera un destello azulado", describió.
Toscano, porteño, de 63 años, astrónomo desde hace 38, formado en la Asociación Amigos de la Astronomía del capitalino Parque Centenario, dirige el observatorio Kolping desde su fundación, en 1985, con fondos de la privada "Asociación Familia Kolping", de Alemania.
La actual "lluvia de estrellas" es la tercera en magnitud de las 32 que se producen en el año, cuya existencia se debe a que la Tierra cruza los planos orbitales de 17 cometas, algunos ya desintegrados, todos los cuales han dejado "escombros" en su ruta.
La mayor, "las Leónidas", se observa a mediados de noviembre, hacia la constelación de Leo, y es usualmente descripta como una "tormenta de meteoritos" con mayor nitidez a partir de las 2, y siempre tomando del recaudo de alejarse de la luminosidad de las ciudades".