Central jugó a lo Mostaza Merlo, como lo venía haciendo, desde que el blondo se hizo cargo: metiendo, luchando y en forma irregular. En definitiva con poco fútbol –entiéndase fútbol vistoso–, sin gustar. Pero es cierto, hasta el fin de semana pasado este método era efectivo ya que habían cosechado diez de los doce puntos disputados.
La previa a Racing fue picante con las declaraciones efectuadas por Equi sobre que no le gustaba cómo jugaba el equipo. El técnico amagó con renunciar por esta situación porque entendió que se trataba de un complot para desestabilizarlo –como le ocurrió en River con Gallardo– y le tiró un lastre al habilidoso volante para que la gente opine sobre esta situación. No era para tanto.
Ezequiel en realidad no dijo nada malo, ni tan poco nuevo. Expresó un sentimiento de no gustarle como respondía el canalla en la cancha, algo en lo que todos los simpatizantes coincidían, nada más que los resultados se daban y entonces no había que hablar del tema.
Pero a la suerte –o mejor dicho no siempre tenés que dejar librado a la suerte todo– hay que ayudarla, porque se te puede cortar. Y Merlo no le dio una mano.
Contra Racing no sirvieron los cuernitos, ponerse la camisita, no saludar a los técnicos visitantes, que tomen café los dirigentes el mismo día, hora y lugar ni la última estupidez de Mostaza de salir con brazalete negro y hacer un minuto de silencio porque le había dado resultado en algunos encuentros anteriores lo repitió con la Academia racinguista por un hincha vitalicio que sorprendió a todos. Por favor.