La percepción que las familias argentinas tienen de la escuela pública en la actualidad es de un “deterioro evidente y progresivo”. Una institución muy diferente a la que conocieron nuestros padres y abuelos. Según la investigación que realizaron las licenciadas en Ciencias de la Educación Alejandra Scialabba y Tamara Vinacur –cuyos resultados volcaron en el libro “¿Qué escuela quiero para mis hijos?”, el 49 por ciento de la matrícula escolar de la ciudad de Buenos Aires corresponde a colegios privados, con una caída del 5 por ciento en la matrícula estatal de todo el país entre 2003 y 2006.

“Esta ‘fuga hacia la educación privada’ se registra sobre todo en los últimos años, pero a diferencia de lo que pasó en los ’90, ahora la protagonizan familias de nivel socioeconómico medio-bajo. Ese dato muestra que los padres creen que la educación estatal se ha deteriorado y se da en un contexto donde las noticias sobre la gestión estatal educativa están centradas en las ‘malas noticias’: paros y problemas de infraestructura, entre otros”, explica Vinacur. Sin embargo, Scialabba cree que la decisión se relaciona con la educación que recibieron esos padres: “La mayoría de los que estudiaron en escuelas estatales envía a sus hijos a centros similares y lo mismo sucede entre quienes asistieron a escuelas privadas”.

También otras razones pesan a la hora de decidir, como las económicas, culturales, sociales e ideológicas. “Es importante reconocer que no todas las familias pueden elegir, pero al indagar sobre las razones, los entrevistados que se inclinan hacia la educación pública argumentan que se enseña a valorar la educación y que no se compran los títulos, como creen sucede en las escuelas privadas. Y quienes opinan que la gestión privada es mejor, esgrimen la mayor exigencia y el hecho de que los docentes trabajan en mejores condiciones”, resume Vinacur. Además, la experiencia que acumulan las investigadoras en su consultora Diéresis indica que “muchas familias asocian asistir a un colegio privado con la posibilidad de construir una ‘red de contactos’ para la futura inserción laboral de los hijos”.


“En otros casos –se explaya Scialabba–, las Asociaciones de Padres garantizan la homogeneidad interviniendo en los procesos de admisión, con el argumento de que la diferencia no se vincula a la diversidad socioeconómica sino a garantizar que las familias compartan los mismos valores.” Una forma sutil de explicar que la elección obedece al interés en crear vínculos y de marcar distinciones sociales. No sólo el sector privado implementa estas prácticas, también algunas escuelas del sector estatal eligen el alumno por su nivel socioeconómico y características personales.

Según diversas investigaciones, la mayoría de los padres argumenta aspectos académicos o pedagógicos al elegir escuela y omite referencias a la composición social. “Los padres no manifiestan cuáles son las características socioeconómicas de la población estudiantil –señala Scialabba–. Al preguntar si preferirían que la escuela tenga alumnos con características socioeconómicas similares o heterogéneas, el 70 por ciento manifestó que prefiere distintos niveles socioeconómicos y un 26 por ciento se inclinó por características similares. Sin embargo, en las escuelas se perciben procesos de homogenización. Es probable que estos procesos contribuyan a segmentar aún más el escenario educativo actual.”

Si, como dicen las investigadoras, el traspaso a escuelas privadas corre por cuenta de las familias de nivel socioeconómico medio, no hay duda de que realizan un gran esfuerzo. Sin embargo, como destaca Scialabba, no todas las escuelas de gestión estatal son iguales, también hay diferencias entre ellas.

“La escuela no se encuentra en un vacío, sino que está influida e influye en el contexto que la rodea –reflexiona Scialabba–. A diferencia de la insatisfacción sobre la educación en general, los padres muestran un alto grado de conformidad con la escuela de su hijo, a tal punto que el 85 por ciento evaluó positivamente la calidad de la educación en esas instituciones.”

Fuente: Revista 23