Son las 2 de la mañana y súbitamente te despierta una rigidez en la garganta que no te deja respirar. Tu corazón late rápidamente y estás cubierto en sudor. ¿Ataque cardíaco o ataque de pánico nocturno?
Si tuviste ataques de pánico diurnos, tal vez estés algo familiarizado con este sentimiento de terror y desorientación. Si no, puedes pensar que estás teniendo un ataque cardíaco y convencerte de que estás muriendo. Debido a que los síntomas de un ataque cardíaco y un ataque de pánico nocturno se parecen entre sí, al principio puede ser difícil saber la diferencia. La buena noticia es que los ataques de pánico nocturnos no matan a quienes los padecen, pero sin duda son aterradores.
Los ataques de pánico nocturnos rara vez se producen de forma aislada, por regla general acompañan a un cuadro de ansiedad que también se manifiesta durante el día aunque estas crisis en la noche se dan en un porcentaje reducido de quienes padecen ansiedad.
Se suelen producir en la fase No-Rem del sueño, cuando la persona está más relajada. Por regla general los ataques de ansiedad en horas diurnas suelen producirse también cuando en la persona existe cierta relajación al cesar la activación o tensión asociada a la orientación a realizar una tarea. En las causas de los ataques de pánico, ya sean diurnos o nocturnos, pueden intervenir tres factores: un componente genético dependiente de que existan factores desencadenantes ambientales; trastornos biológicos como el hipertiroidismo o hipotiroidismo, muy presente en los ataques de pánico nocturnos; y en situaciones de dificultades en la gestión emocional.
Entre los pacientes que experimentan ansiedad durante las horas del día sólo un 10 % experimenta ataques nocturnos de pánico. No es una entidad aislada sino que acompaña a un cuadro de ansiedad en las horas de vigilia y no se trata de terrores nocturnos ni pesadillas que nos producen el despertar. Se dan porque existe un estado de ansiedad que repercute en todos los ámbitos de la persona.
Aunque las crisis de pánico nocturnas están menos estudiadas, se cree que en muchos casos es posible que al día siguiente no se recuerden o no se tenga consciencia de ellas. Pueden deberse a un acontecimiento aislado, como ser testigo de un accidente de tráfico, del que deriva un síndrome de estrés post-traumático limitado a unos días. En la mayoría de los casos se dan porque existe un estado de ansiedad que repercute en todos los ámbitos de la persona.
Pueden funcionar las terapias cognitivos-conductuales en las que se trabaja la higiene del sueño, evitar la cafeína, técnicas de relajación y la habituación, sobre todo en los casos en los que se teme ir a dormir ante la posibilidad de sufrir un ataque de pánico nocturno.
Hay una tendencia a la sobremedicación con tranquilizantes y antidepresivos, aunque de esta forma solo se palían los síntomas y no se va al núcleo del problema. Es preciso estudiar el desarrollo de habilidades emocionales, la exploración de las causas de la ansiedad y en la atención de las necesidades de la persona con el objetivo de superar las crisis de pánico.