“¿Quién es aquel gordito que está jugando allá?”, se preguntaban algunos asistentes al predio de Bella Vista este martes por la mañana, cuando los jugadores suplentes de la Lepra se distendían en un picadito en una de las canchas del predio más alejadas de los vestuarios. “Esa barriga es inconfundible”, respondió alguien al pasar; “Es Caruso, ¿no se dan cuenta?”, remató la misma voz.

Con una pechera celeste que certificaba la resistencia de la tela al estirarse a más no poder, y luego con el torso desnudo, el técnico de Newell’s paseaba su simpática figura por el césped, tratando de interceptar un balón que le fue esquivo durante todo el desarrollo del partido.

Sobre el final, llegó la gran oportunidad de definir el pleito para este ex jugador del ascenso cuyo físico a esta altura fue colonizado por el exceso de asados, pastas y postres. Con una brillante ejecución desde los doce pasos, Lombardi batió a Marcos Gutiérrez y desató una serie interminable de gastadas hacia su ayudante Juan Chumba, quien actuó en el bando opuesto.

Aún jadeando profusamente debido al esfuerzo físico, Caruso se acercó a la posición de los periodistas y, lejos de referirse a la importante victoria ante Racing o al difícil choque frente a Vélez, el DT “se puso el casete” e imitando las declaraciones de los futbolistas expresó: “Yo creo que el técnico me vio bien, me puso adelante para hacer goles y le respondí con cinco tantos, el último definiendo el partido. Me sentí muy bien físicamente y seguro le creé un problema al entrenador”.

Luego siguió, con un coro de risas mal contenidas detrás: “Para el partido con Vélez el técnico me puede llegar a tener en los planes, puedo ser de la partida. Los delanteros están complicados, no es mi puesto habitual, pero demostré que puedo rendir y le puse al técnico una presión extra”. Caruso Lombardi ciento por ciento.