Puede ser atacada por dos grandes enfermedades que no necesariamente van de la mano. Por un lado, los trastornos en la función de la glándula, según la capacidad que tienen de producir hormona tiroides y por otro, los trastornos en la arquitectura de la glándula, en donde existe presencia de uno más nódulos, en algunos casos palpables.

Trastornos en la función de la glándula tiroidea

En primer lugar, está el hipotiroidismo, que ocurre cuando el funcionamiento de la glándula es insuficiente. Los signos de alarma que llevan a diagnosticarla son cansancio, uñas quebradizas, caída del pelo, edema en piernas o  aumento de su tamaño por retención de líquidos. En algunos casos también puede aparecer depresión.

Esta patología requiere tratamiento con hormonas tiroideas (levotiroxina). Es importante tomarlas media hora antes del desayuno y en lo posible no desayunar con alimentos que contengan soja o salvado. La dosis se ajusta en forma individual a cada enfermo y se a adecua según los controles periódicos de exámenes de sangre que evalúan la función.

En el otro extremo, se encuentra el hipotiroidismo, cuando la glándula funciona en exceso produciendo mucha hormona. Esta enfermedad se puede diagnosticar por taquicardias, ojos saltones, irritabilidad y trastornos del sueño. El tratamiento de estos pacientes puede ser con Yodo radioactivo (si no hay nódulos y la glándula capta el yodo), tratamiento médico con drogas o cirugía.

Trastornos en la arquitectura de la tiroides

Históricamente, los nódulos tiroideos afectan más al sexo femenino: se presentan en cada cinco mujeres por cada hombre. La prevalencia de aquellos que son palpables varía entre las poblaciones y los rangos. Por ejemplo en EEUU los sufren entre el 4 y el 7% de la población. Pero en estos casos, la mayoría de los afectados no van a necesitar un tratamiento.

Es importante aclarar que el hecho de tener un nódulo no significa que la persona tenga un trastorno en la función de la glándula tiroides. Gracias a la introducción de la ecografía tiroidea, el hallazgo de estas protuberancias se incrementó, pero del total, solo entre un 7 a un 15% representan una patología maligna.

No obstante, no se debe realizar una ecografía de tiroides por rutina. Pero sí se sugiere este estudio a personas que se palpen un nódulo de tiroides o ganglios cervicales sospechosos, tengan antecedentes de cáncer familiar de tiroidea o personas que hayan estado expuestas a radiaciones, por ejemplo la radioterapia.

* El Dr. Marcelo Pedro Nallar Dera  (MN 94179) es  Médico cirujano,  miembro de la Comisión directiva de la Asociación Argentina de Cirugía y director del Hospital de Endocrinología y Metabolismo  “Dr. Arturo Oñativia”.  

Fuente: docsalud.com