El primer golpe lo dio el ministro de Trabajo santafesino, Carlos Rodríguez, quien este lunes, manifestó ante la prensa: “Hago un llamado a los consejos de ética de los colegios (de arquitectos e ingenieros) para que juzguen cómo se comportan sus asociados en estos temas. No pueden hacerse los distraídos en esta situación. Los profesionales alguna vez tienen que limpiar su propio nombre, porque lo tienen manchado con sangre".
La respuesta no tardó en llegar. Desde el Colegio de Arquitectos, José Saruá, respondió sobre la declaración del funcionario: “Es una barbaridad. Cae realmente mal y el ministro tuvo expresiones muy poco felices”. En diálogo con Radio 2, el profesional advirtió: “Si vamos a hablar en general, todos tenemos las manos manchadas con sangre porque el Estado también es responsable porque no exige, no sólo al inspector sino tampoco hace un control de las empresas que construyen, no ven que sean serias, no controlan si se inscriben a los obreros sin estar capacitados”.
De acuerdo a lo expuesto por Saruá, “la construcción toma a cualquiera pero como ahora pasan las cosas salen los inspectores. Pero, ¿el registro de empresas?”, se preguntó.
En cuanto a la posibilidad de que en algunas obras se empleen a arquitectos sin experiencia suficiente para abaratar costos, el presidente del Colegio de Arquitectos sostuvo: “En las construcciones hay diferentes grados de responsabilidad y si es joven o inexperto se encargará de los proyectos y siempre asume la responsabilidad el titular del estudio”.