Fanuel Hanán Díaz autor de “Leer y mirar el libro álbum: un género en construcción” invitado por el Seminario “El placer de leer” que se desarrolló en Buenos Aires habló sobre el estado de la producción editorial dirigida a niños y jóvenes, y acerca de los desafíos que esos nuevos libros traen para los lectores y los mediadores.
“Se debe favorecer en los docentes una cultura visual de calidad”
Invitado especial del Seminario “El placer de leer” Fanuel Hanán Díaz, crítico e investigador literario venezolano, inquietó a la audiencia con su conferencia referida a los libros “perturbadores” de la literatura infantil
El autor, que ha dictado conferencias en diversos países de Latinoamérica, abordando temas afines a la literatura infantil y juvenil es actualmente profesor de un curso virtual que mantiene el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe.
En una entrevista concedida a Educ.ar Díaz explicó: “Asesoro un módulo de escritura creativa que diseñé para este organismo hace dos años. Este curso me permite estar en contacto con temas muy cercanos a la lectura aunque el tema fuerte es la escritura creativa en el aula. También soy el editor de la revista Barataria, de teoría de Literatura Infantil, que circula por toda América Latina. En esta publicación se incluyen temas de promoción de lectura. Además recientemente he comenzado a diseñar una colección de libros de información para niños, lo cual representa un verdadero reto pues a nivel de discurso me parece que la no ficción plantea muchos retos”.
En su libro “Leer y mirar el libro álbum” el autor impone un nuevo modelo de lector, más que un lector activo. Este género –aclara- exige un lector capaz de llenar una cantidad de intersticios con información que demanda una buena dosis de interpretación: “Por eso, me parece que los libros álbum son inteligentes, retadores e impulsores de una dinámica más inquieta, es decir, que los lectores sean más agudos y comprometidos también en su proceso lector”.
Según el autor existe un universo amplio de lectores que tienen incorporada la imagen como parte de los códigos que deben descifrar permanentemente: “En realidad cuando nos referimos a una tribu de lectores, nativos del lenguaje del ciberespacio, de la fractalidad, de los multimedia nos referimos a muchos niños contemporáneos. Para estos lectores, navegar en los convencionalismos de la imagen no es difícil, ya que encuentran en esta gramática un lenguaje bastante natural y cercano a diferencia de otro grupo de lectores. Por eso, el libro álbum me parece un producto auténtico para este público, que se acomoda a una serie de destrezas y ritmos y que promueven puntos de contacto con otros productos culturales. Yo creo, sin embargo, que hay que buscar qué es lo que diferencia al libro álbum o qué es lo que debería diferenciarlo de esta cultura masiva e interconectada. La poesía, lo estético, la riqueza de significados y el uso inteligente de recursos son rasgos que pueden identificar a un libro álbum de calidad.
Según el autor “una apuesta segura para conquistar este género editorial es exponerse a su lectura, conocer estos libros, revisarlos, seguirles la pista. Los mediadores generalmente conforman un grupo generacional distanciado de la cultura de la imagen, no sólo en su nueva gramática, cada vez más compleja, sino también en los referentes. Hoy en día no se puede hablar de libro álbum sin reconocer la metaficción y la intertextualidad como principios creadores, lo que lleva indiscutiblemente a estudiar este fenómeno como una revolución en la industria editorial, en el diálogo de lenguajes y el concepto de lector que se impone. Creo que hay que dejar a un lado esa visión de que son solamente libros de imágenes atractivas, hay muchos paradigmas que están cambiando impulsados por el libro álbum”.
El libro álbum es un texto complejo de descifrar, que exige competencias en muchos lenguajes y muchas artes; la literatura, pero también la plástica, la escultura, el diseño, el cine, la música, etc. Indagado acerca de cómo darle instrumentos en su formación a los docentes, bibliotecarios, editores, libreros y mediadores en general para construir significados de forma rica y autónoma, que trascienda meramente el impacto visual a la hora de seleccionar libros para leer con los niños Díaz sugirió: “Yo personalmente soy un gran cinéfilo, me gusta el cine, me encanta quedarme una tarde viendo películas. Me gustan mucho porque son primitivas, y nos devuelven como espectadores a los orígenes del cine, a los convencionalismos más puros, lo que desmonta un poco a la vista ese funcionamiento del lenguaje de las imágenes en movimiento. Creo que la imagen cinematográfica y el análisis del cine despiertan y agudizan esa mirada, pero también el arte, visitar museos, leer libros de arte. Yo creo que además de las instancias de formación para ayudar a conocer más sobre este género específico, se debe favorecer en los docentes una cultura visual de calidad. Y otro aspecto a tener en cuenta es que la evolución del libro álbum es realmente rápida, cuando comenzamos a conocer cómo funciona este entramado entre textos e ilustraciones, entonces surgen otras propuestas que van un poco más allá, y me refiero específicamente al uso de la tipografía, al uso de los recursos del cómic, a los intentos por trasladar el formato del fotograma en los libros álbumes, y a un número muy amplio de recursos de la metaficción.
El libro álbum plantea un nuevo destinatario, pone en crisis los supuestos sobre los que se fundamentan los criterios de clasificación por edades tan naturalizados en el campo de la literatura infantil y juvenil. El autor explicó que “Justamente uno de los aspectos por los que se define la literatura infantil es su destinatario. Pero pienso en este momento en aquellas novelas de aventura del siglo XVIII tan famosas en nuestro almacén de lecturas, que fueron tomadas como préstamo por los lectores y que nunca fueron, al menos pretendidamente, escritas para niños o jóvenes. Hay rasgos para definir esta literatura, yo creo que hay dos importantes, que son el discurso y el destinatario. Esto define un rango de temas y una forma de tratarlos, que son dos aspectos claves para reconocer la literatura infantil. Creo que siguen siendo válidos pero que el debate no está terminado. Se debe seguir explorando para crear zonas de reflexión que alimenten esta discusión en torno a la literatura infantil. Aunque en el fondo, no sé si lo importante sea definirla sino más bien explorarla”.
Fuente: Educ.ar