La sociedad futura, cuando alcance verdadera dimensión humana, tendrá al Individuo en una lucha, no por "ser el mejor", como se sustenta actualmente, sino "ser mejor", en cuanto al desarrollo de todas sus propias potencialidades interiores, para crecer como ser humano individual y al mismo tiempo, hacer crecer de esta manera y mejorar, a la sociedad en la cual le toca vivir. No deberá ser un mero transmisor de la educación recibida de sus antecesores, que también pertenecían a una sociedad enferma, perpetuando todos los errores de la misma, que se siguen produciendo; hambre, guerras, envidia y egoísmo, enfermedades previsibles y/o curables, tratando solo de atenuar la pobreza con la mentada “caridad”.
Se diferenciará así del hombre masa des individualizado, obediente siempre, robótico e incapaz de desobedecer a aquello que atente contra sus propias posibilidades de una coexistencia en paz, con el Hombre y la naturaleza, de manera armónica y con alegría de vivir.
Este hombre actual nos da en su sumatoria, al "hombre masa", que es una abstracción que usan a menudo los politiqueros, cuando se refieren al pueblo, (integrado por individuos), diciendo,"para la gente"y todo lo hacen para esa gente que carece de definición como personas determinadas. No se sabe quiénes son, ni sus aspiraciones, ni lo que quieren ser. Son sólo "la gente". Una simple abstracción.
Suele ser gracioso ver a presidentes o candidatos en campañas electorales, cuando bajan de un avión, o desde cualquier lugar alto, con la mano extendida saludan a diestra y siniestra. La pregunta es: ¿a quién saludan?
A ellos se los saluda con miradas vagas, simulando un interés de una relación afectiva verdadera, de la cual carecen totalmente y es por lo tanto inexistente, o solo utilitaria.
La mirada, de esta forma, carece del poder comunicacional de las relaciones humanas, al igual que ese saludo a "la gente", a la que se refieren en sus discursos y que no dejan de ser solo palabras.
En esa posterior etapa de crecimiento, de la que mencionáramos anteriormente, y que constituye la alternativa para ésta sociedad enferma, el ser humano dejará de tener relaciones solo utilitarias, como las actuales, según lo expresa el gran pensador Jiddu Krishnamurti, para transformarlas en verdaderas relaciones humanas.
Al llegar a tener plena conciencia de que es un ser social, nacerá indefectiblemente la solidaridad hacia el prójimo, la cual se hará extensiva a todos los hombres del mundo.
En la medida que aumente nuestra capacidad de amar, el prójimo se extenderá hasta los lugares más lejanos del planeta, (ampliando nuestro micro mundo familiar), al cual cuidaremos, ya que es el único hábitat de que disponemos.
El ser mejor no lo llevará a ser mejor en comparación con otros, sino solo a ser mejor en relación a sus posibilidades y potencialidades verdaderamente humanas, a las cuales deberá descubrir definitivamente, buscando en su propio interior, muchas veces desconocido. Para ello deberá sacarse de la cabeza lo metido por los Dogmas, que confunden el ocio productivo con la holganza, que no tiene posibilidades de hacer cambiar para bien, ninguno de nuestros conflictos existenciales, para darle paz a nuestro espíritu y hacernos realmente humanos.
El ocio que nos permite estar en contacto con nuestro interior, aunque parezca no tener movimiento, nos está movilizando para conocer y recomponer nuestro auténtico Yo y su relación con los demás integrantes sociales. Es superior al simple estar ocupado donde hay movimiento del cuerpo pero no de la mente, y que por lo tanto no contribuye a nuestra modificación para crecer.
De la mejoría del hombre y la sociedad, nacerá una preeminencia del verbo SER sobre el verbo TENER y se podrá abatir el carácter acumulativo actual.
Aprenderemos así, que aquello que se es, se agranda cuando lo brindamos (cuanto más amo, más amor habrá en mi interior), al revés de lo que se tiene, que disminuye cuando se lo brinda (tengo bienes materiales y doy una parte, me queda menos). Cada uno brindará de sí, lo mejor que haya logrado en su crecimiento, en gran parte hacia los demás, que es la mejor manera para brindárnoslo a nosotros mismos.
La permanente frustración que sienten los seres humanos en el aspecto psicológico, lo llevan a un progresivo deterioro de sus condiciones tanto biológicas como espirituales, denigrando de manera progresiva a nuestra especie, por más avances que la tecnología vaya logrando de manera vertiginosa.
Esta nueva Deidad, la Tecnología, no puede satisfacer todas las necesidades humanas, ni resolver los problemas que a diario se plantean. Muchos pensadores Humanistas han visualizado el hecho de que producir todo aquello que sea posible para la mente humana, sin pensar si en realidad es útil para el Hombre, la sociedad y la misma naturaleza, a la larga se volverá en su contra, aunque en sus inicios haya parecido”eficiente”. El término eficiente es el arma de la cual se vale el “mercado” para producir más, sin importar a quienes les sirve. No tiene en cuenta que está creando personas aburridas, ansiosas, estresadas y con depresiones encubiertas, al no hacer lo que realmente quieren hacer, solo por satisfacer al mercado y constituyéndose en engranajes de esa máquina que lo domina.
Josué de Castro, en Geopolítica del Hambre demostró, que una madre que durante dos o tres generaciones padeció hambre, dará nacimiento a niños de menor peso y menor desarrollo de sus condiciones afectivas e intelectuales. Ahora bien; Esta madre para recuperarse en su condición de dar nacimiento a hijos normales, necesita de varias generaciones de buena nutrición, para que su propia genética se recupere.
Esas son las alternativas que tenemos y que no debemos olvidar, dejando de seguir a las teorías filosóficas deterministas, que tienden a mantener el statu quo, y a vivir en permanentes transacciones para que las cosas sigan tal cual, pues están predeterminadas de esta manera.