No siempre el show debe continuar. Por lo menos así lo viven los vecinos de la zona de San Lorenzo al 1200 donde se emplaza el teatro Broadway. La movida de autos, personas y puestos de venta ambulante que antes se vivía tan sólo los fines de semana, ahora la padecen en días y noches laborables.
Show de vendedores ambulantes, autos y peatones en San Lorenzo al 1200
Los vecinos del teatro Broadway denuncian que la movida se da durante toda la semana y hasta la madrugada. "Pese a que está prohibido estacionar en toda la cuadra, los grandes camiones paran para descargar equipos de audio y sonido como si nada", reclaman
Diego, un usuario de Rosario3.com, mandó la postal que refleja el hormigueo nocturno hasta altas horas de la noche. "Esto alcanza para mostrar lo que tenemos que padecer todos los días (ya no sólo los fines de semana) los vecinos del teatro", dice el usuario y añade: "Los fines de semana es peor. La festichola empieza el viernes al mediodía cuando llegan camiones inmensos para la descarga de equipos de audio y sonido para el espectáculo de la noche y paran en calle San Lorenzo donde está prohibido estacionar".
Caos vehicular, doble fila, peatones que cruzan en la mitad de la calles, filas de autos que intentan pasar y bocinazos es el paisaje que viven desde las ventanas y balcones los vecinos del teatro. "Esto genera un desastre en el tránsito. A la noche, dejando de lado el ruido de los espectáculos, muchas veces se programan dos o tres funciones, por lo que la movida termina tipo tres de la madrugada, momento en el que llegan otra vez los camiones para llevarse los equipos", explicó el usuario.
Según relató Diego, "dos fines de semana atrás, no pudieron dormir después del show de Sergio Torres, que terminó a las 3". "Un grupo de pibes que salió del teatro se quedó jugando picadas con las motitos por San Lorenzo, se fueron a las 6. En ese lapso no apareció nadie, ni un inspector de tránsito, ni uno de la GUM. Y ahora se programan espectáculos infantiles para los sábados y domingos, mediodía y tarde", dice el vecino de un edificio cuya entrada se convirtió en el lugar preferido de los vendedores ambulantes.
"La foto no me deja mentir, los vendedores nos instalan sus puestos, así que cada vez que queremos entrar o salir, a pie o en auto, tenemos que pedir permiso", dice, sin cuestionar que "esa gente se gane el mango, pero reclamando orden al municipio ya que llamamos a la GUM tres veces y otro tanto a tránsito por este tema".