Buenos Aires podría ser el botón de muestra del avance del concubinato en la sociedad argentina. Según publicó el diario La Nación de este domingo, en los últimos ocho años la cantidad de personas que se casaron bajó un 20 por ciento pero aumentó el número de parejas que viven juntas sin pasar por la Iglesia o el registro civil.
Sin papeles, crece el concubinato y disminuyen los casamientos
En los últimos ocho años el índice de parejas que contrajeron matrimonio descendió un 20% en Buenos Aires al tiempo que creció el número de concubinos. ¿Miedo al compromiso o falta de fe?
De acuerdo a los datos suministrados por el Registro Civil porteño, en 2000, fueron 33.532 los casamientos mientras que en 2007 fueron 26.910. La explicación de este fenómeno, según un estudio realizado por el Centro de Opinión de la Universidad Nacional de La Matanza es que "el 86 por ciento de los argentinos no cree en las uniones legales".
"Hace 25 años, el casamiento era el punto de partida de una familia, la estación cabecera desde donde salía el tren. Ahora, el matrimonio es una estación más, una instancia eventual que puede llegar o no en la vida de una pareja", explicó Susana Torrado, titular de la cátedra de Demografía de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
"Las parejas que deciden irse a vivir juntas por primera vez no se casan. Quieren probar. Hoy, la mayoría de los jóvenes que se casa lo hace después de haber tenido un hijo. Ni antes del primero ni después del segundo", agregó.
Por otra parte, un estudio de la Universidad Austral indicó que el 26 por ciento de los argentinos definió el matrimonio como "una relación basada, principalmente, en el deseo de estar juntos y, por lo tanto, puede no ser permanente"; mientras que el 68 por ciento opinó que es "una relación basada en una entrega de amor comprometida y que, en ese sentido, procurará ser permanente".
La vida en pareja, aún en voga
Una serie de especialistas opinaron sobre la vigencia de la vida en pareja, a pesar de no optar por la formalización.
"Es cierto que cada vez se formalizan menos matrimonios ante un registro civil, pero también que la sociedad sigue eligiendo la vida en pareja como formato. Esto nos hace seguir creyendo en la vigencia del casamiento", apuntó el profesor Luis Pérez Bahamonde.
En el libro The Case for Marriage, publicado en Estados Unidos, las sociólogas Linda Waite y Maggie Gallagher, analizan por qué en ese país, aunque el índice de fracasos matrimoniales es muy alto, aun así casi el 90 por ciento de los que se divorcian o se separan continúa pensando que la boda abre un camino para toda la vida.
"Hoy son pocos los sectores que siguen sosteniendo ideales del amor romántico. La emancipación sexual femenina ha beneficiado el cambio de códigos en el amor. Como opuesto al amor romántico, se introduce la noción de amor confluente. Las relaciones de amor se basan más en la idea de igualdad que en la complementariedad. Tienen presentes ideales democráticos, pues conciben el desarrollo personal como posible en vez del sacrificio por el otro", detalló la socióloga Gabriela Gómez Rojas, investigadora del Instituto Gino Germani, de la Universidad de Buenos Aires.
"El simbolismo de casarse, de asumir un contrato simbólico de lealtad y fidelidad, es un paso que muchas parejas no desean hacer frente a una autoridad externa, ya sea que se trate de una iglesia o del registro civil", apuntó por su parte Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).