La renovación en el tenis femenino es constante y su dirección es imprevisible. No falta quien dice que no va a ningún lado. El circuito recibe cierta mirada despectiva y se cuestiona su nivel por la falta de figuras, por la ausencia de jugadoras carismáticas y capaces de marcar una época como lo hicieron Steffi Graf, Monica Seles, Martina Navratilova o Chris Evert.