Tomás Bulat (*)
La presidenta decidió enviar las retenciones al Congreso para que allí se ratifiquen o modifiquen. Esto descomprimió, al menos transitoriamente, la tensión social reinante, dado que se creó un espacio de debate que generó una tregua política.
Pero con esta medida política, la pregunta es qué pasa con la economía, y el problema principal es que no pasa nada. Y en este contexto, que no pase nada es malo. Analicemos las consecuencias que tiene esta medida en el comportamiento económico.
Cuáles son hoy por hoy los sectores económicos involucrados en el conflicto, ya que no es sólo el campo, sino:
Los productores agropecuarios, que ya cosecharon y pusieron en silos o silos bolsa y que tienen que tomar la decisión de sembrar ahora.
Los transportistas de cereales, que al no haber comercialización de granos, no tienen actividad comercial y por lo tanto no cuentan con ingresos para llevar a sus hogares y/o cumplir con sus deudas.
Los operadores de mercados a futuro, que han reducido a su minima expresión sus operaciones y por lo tanto todas las empresas vinculadas a ella y los mecanismos de comercialización atado a la misma, ya no funcionan.
La industria de insumos y de maquinaria agrícola, vinculada al agro que han visto caer sus ventas de manera abrupta.
La agroindustria que no tiene insumos suficientes, y los poco que tiene, no lo adquiere ni en tiempo ni en forma, que están con sus actividades paradas o semi paradas.
Finalmente los pueblos del interior que al haberse cortado la venta de productos agropecuarios, toda la cadena de pagos se ha visto afectada.
Para qué se realizó este listado, para que se entienda la complejidad y magnitud de la situación y que esto se resuelve parcialmente si se normaliza la comercialización de los granos cosechados. No una comercialización parcial, sino una venta masiva.
La pregunta es entonces: ¿qué van a hacer los productores agropecuarios con lo que cosecharon?. Pongámonos en su lugar. Si yo hoy tengo 100.000 toneladas de soja, ¿qué hago?
Al haber enviado al Parlamento la ratificación de la resolución 125, yo como productor sé que en el peor de los casos, el Congreso apruebe lo mismo, que a los precios actuales de la soja, tiene las retenciones a un 46%.
Pero siempre hay alguna posibilidad de que el Congreso apruebe algo que sea inferior. Es decir que el Congreso puede decidir volver a la situación anterior, del 35%, lo que representa un 11% menos de retenciones.
Dado que nada puede ser peor y que hay alguna probabilidad de que haya algo mejor, lo estratégico es esperar y no vender mis granos, o vender sólo lo necesario, hasta que el Congreso resuelva.
Si esta es la actitud más racional, entonces, independientemente si hay paro o no, de las entidades rurales, lo más racional que puede hacer un productor es esperar. Y por lo tanto la rueda no se empieza a mover.
Alguno podría argumentar que al precio que tiene la soja ahora, 570 dólares la tonelada, hay que aprovechar a vender. Nuevamente la respuesta es negativa para el productor por que las retenciones son móviles.
Es cierto que la soja está a 570 dólares la tonelada, pero las retenciones están al 46%. Si la soja baja un 15%, estaría a 500 dólares, pero las retenciones también bajarían un 15% y estarían en un 40%, por lo tanto a mí, como productor, no me modifica mucho mis ingresos. Al único que le afecta y fuerte es al gobierno.
Eso es lo paradójico de las retenciones móviles. Que se hicieron para, en teoría, traer mayor certidumbre a los productores, pero termina dando mayor incertidumbre a los ingresos del gobierno.
Entonces, lo más lógico es que los productores no vendan sus granos, sino más bien esperar. ¿Qué pasa con todos los otros sectores que describimos anteriormente?
Pasa, que no pasa nada. Y este es el problema económico sin solución.
Los transportistas no tienen qué transportar, los mercados no tienen mercadería que negociar, la industria y los exportadores no tienen insumos ni productos y los pueblos no tienen plata.
Es decir que esta tregua política no trae soluciones económicas, lo que por desgracia debilita la tregua política y puede llegar a hacerlo muy rápidamente.
Esperemos que se entienda: para que vuelva la tranquilidad social, es necesario que vuelva la actividad económica del campo y de todos los sectores de la Argentina lo más rápido posible, sino pronto estaremos de vuelta sobre lo mismo y esto hará sido solo una brisa que antecede otra tormenta.
(*)Economista