Triste crónica de un acto marcado por las ausencias
Mucho frío, muy poca gente y discursos sobrios que no salieron de lo esperado. Encima la ministra de Salud en representación de la Nación llegó tarde. La jornada estuvo tan atravesada por el conflicto del campo, que incluso al final hubo una suerte de “homenaje”
Por
Javier |
1 de 4 | Lifschitz se sumó al ingreso de la bandera, el momento más emotivo.2 de 4 | La diputada Peralta parecía obsesionada con sacar una buena foto.3 de 4 | Binner habla, la vice Tessio, Lifschitz y Ocaña, escuchan.4 de 4 | Acá, la bandera más larga; enfrente, muy poquita gente.
Ricardo Robins
El acto por el Día de la Bandera ya había empezado a las diez en punto y las calles que desembocan en el Monumento estaban vacías. Muy poca gente, mucho frío y un palco con una silla vacía: ni siquiera la ministra de Salud Graciela Ocaña –representante de la Nación ante el faltazo de Cristina Fernández de Kirchner- había llegado para acompañar al intendente Miguel Lifschitz y el gobernador Hermes Binner.
La ausencia se hizo aún más manifiesta cuando Lifschitz comenzó su discurso y saludó a los presentes, entre ellos, “la ministra de Salud”, que no estaba. Pero antes fue el turno del monseñor José Luis Mollaghan quien llamó a la “pacificación del conflicto” y a un “diálogo sincero”.
No sorprendió que su mensaje, al igual que el del intendente y del gobernador, hayan estado surcado por la crisis que se abrió hace más de 100 días entre el gobierno nacional y el sector agropecuario. De hecho, ese eterno conflicto era la fuente de una de las hipótesis que barabajan los periodistas bajo el palco para explicar la escasa concurrencia. Una: temor a una posible confrontación. Dos: térmica bajo cero y amenaza de llovizna. Tres: el 20 de Junio sigue sin ser feriado (a pesar de los reiterados reclamos de las autoridades locales para que no se traslade). Cuatro: el acto está vaciado de contenido.
Lo que sí sorprendió fue una frase algo enigmática del intendente para referirse al largo tiempo del choque campo-gobierno: “O el 20 de Junio llegó demasiado pronto o el conflicto se prolongó demasiado”.
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Pasadas las 10.30, fue el turno de Binner -ya con Ocaña en el palco-, quien se sumó a los llamados de pacificación y reclamó “mejorar la institucionalidad”. Mientras hacía el reclamo de rigor para que el 20 de junio sea un feriado no trasladable, la atención de quienes estaban en el palco –que tampoco estaba lleno- estaba dirigida a las mozas que servían café. En eso andaba Osvaldo Miatello, por ejemplo, una de las pocas figuras del peronismo presentes. La diputada provincial radical Mónica Peralta, en cambio, estuvo toda la mañana obsesionada con su celular (parecía querer sacarle una foto a la bandera del mástil mayor).
Después de los discursos, comenzó el desfile cívico-militar. Y el momento de mayor emotividad llegó cuando ingresó la bandera más larga del mundo portada por cientos de manos rosarinas. Incluso Binner y Lifschitz bajaron del palco para sostener –apenas unos metros- la insignia creada por el grupo que coordina Julio Vacaflor. “Es algo que hacemos todos los años”, dijo el gobernador, pinchando el momento cumbre de la helada mañana. “No hay ningún peligro que lo hagan, estuvo bien”, tranquilizó el ministro de Seguridad, Daniel Cuenca, ante una consulta de Rosario3.com, que a esa altura buscaba posibles peligros donde no los había.
Sin Cristina, ni Luis D´Elía, la jornada transcurrió con tranquilidad, demasiada tranquilidad. Hasta podría decirse que fue un acto deslucido, triste. Pero eso no es posible con Chiqui González, la ministra de Innovación cultural, al lado. “No creo, yo vi mucha alegría y verdadera emoción en la gente que llevaba esa bandera hermosa, esa bandera hecha camino. Es cierto que vino poca gente, por el frío y por el miedo a la confrontación, pero hay un sentimiento que crece y es de rescatar a la bandera de un pasado autoritario. Y la gente es sabia, no la ha puesto en el medio del conflicto, fue la gente la que por otro lado la ha dado una curva al conflicto”.
Y así se iba el día del acto, con poco movimiento. Pero al cierre la montonera de periodistas le puso un poco de acción y generó dos remolinos sucesivos en busca de una declaración de la ministra de Salud y del gobernador. Ocaña soltó un par de excusas sobre la ausencia de Cristina y la tuvo que rescatar su par provincial, Miguel Ángel Capiello, porque casi cae tras las vallas. Y Binner –mientras el presidente de la Sociedad Rural de Rosario intentaba explicar que ir a las casas de los diputados “no es un escrache, es un acto pacífico”- eligió irse sin hacer declaraciones. Pero el remolino que buscaba una declaración insistía y fue dejando víctimas en el camino: un cable caído, los enviados de Buenos Aires versus los locales o un cronista expulsado, que alcanzó a gritar: “Gobernador, ¿no podemos parar a dialogar?”. No, no se pudo. Pareció un triste homenaje al conflicto que atraviesa el país.