Apenas iniciada la misa, el pontífice tropezó con los escalones de la base donde está ubicado su sillón y no pudo evitar caer al suelo, pero enseguida fue ayudado por sus asistentes. El episodio fue tan rápido que pocos de los 40.000 fieles que asistieron a la basílica se dieron cuenta.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombarda, dijo que “se ha tratado de un pequeñísimo accidente sin consecuencia alguna”.
Pero no fue el único episodio que sufrió Benedicto XVI. Cuando se disponía a leer el tradicional rezo de Regina Coeli (oración que sustituye al Angelus en el tiempo de Pascua), se dio cuenta que el micrófono no funcionaba. Una vez solucionado el problema, y en medio de los aplausos de todos los asistentes, dijo: “Finalmente tenemos voz”.