Convertir un gesto de la mano en música es posible con la única ayuda de una videocámara, una computadora y el "tambor silencioso", un invento por el que el peruano Jaime Oliver fue premiado por la universidad Georgia Tech de Estados Unidos.

Oliver, natural de Lima y estudiante de doctorado en la Universidad de California en San Diego, desarrolló el tambor para "controlar el sonido electrónico a través de las propias manos, sin necesidad de botones", según explicó en una entrevista con EFE.

Para ello, creó "un armazón transparente iluminado por dentro, con una cabeza elástica negra", sensible a la presión que ejercen las manos sobre ella.

"Hay una cámara que filma la forma en la que la superficie se adapta a los dedos o a la mano entera, y envía las sombras que se van formando a una computadora, que las interpreta como parámetros para controlar el sonido", dijo Oliver.
La primera edición de la competición Guthman de instrumentos musicales, organizada por el Centro para la Tecnología Musical de la universidad Georgia Tech, eligió el pasado 6 de marzo el tambor silencioso de Oliver entre unos 30 inventos procedentes de siete países.

El llamativo nombre del instrumento se debe a que la cabeza elástica "no hace ningún ruido al golpearla" y el único sonido procede de la computadora, "al contrario de lo que ocurre con los tambores sintéticos que se usan para música electrónica".

Para Oliver, el interés está también en que los sonidos que corresponden a cada uno de los movimientos no están predefinidos.

"Puede ser cualquier sonido, porque las variables que genera el ordenador pueden conectarse a sintetizadores o ´sampleadores´, o a cualquier programa, en realidad, y a partir de ahí defines cómo quieres que suene", explicó.

Esta versatilidad permite que sea posible incorporar el tambor "de muchas formas" en la creación de música, y que pueda formar parte tanto de la batería de un grupo de rock como de la de uno de hip-hop, o la de un artista de música electrónica.

"La música que yo hago es contemporánea experimental, y los usos son mucho más claros ahí. Pero, al ser un interfaz entre una persona y una máquina, todo depende de la imaginación de los usuarios", apuntó.

Según Oliver, la tecnología permite "elegir qué tipo de sonidos hacer, o determinar cómo se comportan en el tiempo", algo imposible con una flauta o un piano. Pero la mediación de máquinas puede hacer que los instrumentos electrónicos resulten "algo rígidos".

"Por eso es tan bonito poder tocarlos con las manos", opinó. "El control es mucho más fino y más intuitivo que con los botones, y la conexión es más fuerte, porque las manos transforman la forma en la que entendemos el mundo".

La fascinación de este peruano de 29 años por los gestos le ha llevado a trabajar en otro controlador similar, pensado para las personas que no pueden hablar, que "permitirá sintetizar el movimiento de las manos y convertirlo en voz".

Oliver, que llegó a California en 2006 con una beca Fullbright, planea volver a Lima "una vez que acabe el doctorado" y espera encontrar un panorama más favorable a la innovación tecnológica.

"De momento, no hay muchos lugares en Latinoamérica en los que los creadores jóvenes puedan estudiar, pero eso está cambiando poco a poco. En Perú está surgiendo una cultura no oficial, no académica, que se está manteniendo de forma independiente. Hay incluso un proyecto de escuela que va a dar becas en muchos países", afirmó.

Fuente: EFE