El injerto, fuerte y flexible, debe poder emular el pulso natural de un vaso sanguíneo humano y hacer llegar los nutrientes a los tejidos del cuerpo.
El objetivo es que esta arteria -que, a diferencia de los "bypass" tradicionales, es además resistente a la coagulación- pueda utilizarse como puente en la cirugía de arterias coronarias y de las extremidades inferiores, de forma que se reduzca la probabilidad de infartos y amputaciones.
Los procesos quirúrgicos actuales utilizan injertos de plástico o venas reales extraídas de la pierna del paciente para sustituir las arterias propias deterioradas e incapaces de soportar la presión sanguínea.
Mientras que algunos pacientes no tienen venas propias adecuadas, el material plástico sustitutivo, que no es capaz de reproducir la pulsación y tiende a propiciar coágulos, no funciona bien para reemplazar las arterias de menos de 8 milímetros.
El profesor George Hamilton, a cargo del experimento, dijo a la cadena pública que los injertos-puente actuales tienen "altas cuotas de fracaso", porque tienden a ser "rígidos y de pequeño diámetro", mientras que la nueva arteria es más parecida a las humanas.
Fuente: EFE