Desde este domingo, las mujeres de Arabia Saudita pueden conducir un auto. Es decir, terminó la prohibición que les imposibilitaba manejar un coche y que por ello fueran detenidas.

Se trata de una de las tantas prohibiciones que pesan sobre las mujeres en territorio saudí por el hecho de ser mujeres tales como caminar solas por la calle, abrir una cuenta bancaria sin autorización masculina, viajar por su cuenta o elegir libremente la ropa que quieran usar o vestir como quieran.

La vigencia de la normativa fue calificada por diarios internacionales como "un día histórico".

"Aprendí a conducir durante mis estudios en Estados Unidos, pero no podía imaginarme que llegaría el día en que también podría manejar aquí", contó Shahad al Rashid, de 26 años, a la agencia de noticias alemana Dpa.

Detrás del cese de esta restricción que empujó décadas de reclamos está el príncipe heredero Mohammed bin Salman, visto por la mayoría de saudíes como un reformista.

El heredero de 32 años es considerado el verdadero hombre fuerte del reino y se ha propuesto transformar el país: en el centro de su plan está la reestructuración de la economía, para hacerla menos dependiente del petróleo, un recurso que enriqueció al país pero que un día se agotará.

Y en el objetivo de eliminar la prohibición de conducir a las mujeres se deduce el hecho de facilitar su acceso al mercado laboral para aumentar así la mano de obra en el país.

Fuente: EFE


Libertades, hasta ahí

Pocas semanas antes de anunciar el fin de la prohibición de manejar, las fuerzas de seguridad detuvieron a nueve mujeres que habían luchado por ese derecho y desde esa situación tuvieron que atestiguar el cambio.

Entre ellas se encuentran Lujain al Hathlul, Aziza al Yusef e Iman al Nafjan, conocidas por su constante actividad en favor de los derechos de la mujer.

Ya en 2014, Lujain al Hathlul, de 28 años, desafió a las autoridades y manejó un vehículo en una transitada vía, por lo cual recibió una pena de 73 días de cárcel. Un acto que no se había registrado desde 1990.

El mensaje de la cúpula saudí es que quiere mantener el control absoluto de las reformas, evitando a cualquier precio el surgimiento de una sociedad civil activa.

Con ello queda claro que las reformas son también una concesión de libertad con límites. La activista saudí Manal al Sharif ve el día de hoy con sentimientos encontrados porque las libertades personales de las mujeres en su país siguen estando muy limitadas.