"La investigación y la escritura nos llevó un año, pero venimos soñando con este libro desde hace 10. Lo venimos construyendo desde entonces", contaron las autoras. El libro recorre siete etapas de nuestra historia. El cine ama a los héroes, ausculta los filmes sobre la Revolución de Mayo y la independencia. De bandos y pactos pone el ojo en los caudillos (y en Camila). En Bajo el cielo de la pampa, se ocupan de los aborígenes, la tierra y el Estado en un país en construcción. "Sin duda, si hay un perdedor y una figura castigada y ninguneada por nuestro cine es la de los pueblos originarios", dice Rodríguez.
Entrados ya en el siglo XX llegan los capítulos La contracara de la Argentina opulenta, que va sobre el éxito económico y la crítica social; Variaciones sobre Eva, que habla sobre el cine y Eva; El torno y el reloj, que recorre escenas de la fábrica en los sesenta; y Un modelo de terror, economía y sociedad en la última dictadura. "Quisimos seleccionar las mejores obras para entrar a determinados períodos históricos", sostuvo López.
Solo dos figuras identifican un período: San Martín y Eva Duarte. "Nos pareció que el peronismo era algo muy estudiado y gastado, y también la figura de Eva, pero no pareció novedoso mostrarla a ella bajo el prisma del cine", dijo López. Ambas autoras coinciden en que el cine, y por lo tanto el libro, han tenido en el peronismo un referente inspirador para contar historias, en contra y a favor. Luego, con el tiempo, el horror de la dictadura ocupa ese lugar.
El libro deja ver, por ejemplo, las dificultades para hacer cine “antisistema”, con algunas excepciones claro. Las películas más jugadas son las de los 70, que se ruedan en la clandestinidad, circulan en la clandestinidad, donde actores y directores se juegan el pellejo filmando historias como herramienta de construcción política. "Los espectadores también se la jugaban", aclara López.
Y Rodríguez recuerda el caso de Julio Troxler, un subcomisario de la policía y militante peronista que sobrevivió de milagro a los fusilamientos del 55. "Troxler actúa en Los hijos de Fierro (1975), es fusilado en la película y asesinado por la Triple A en 1974, antes del estreno del filme que dirigió y Fernando Solanas", evoca Rodríguez.
Los vientos de la democracia empujaron desde el 83 una serie de películas revisionistas y polifónicas sobre la gran tragedia del país. Luego, en los 90, una clase obrera descompuesta y desmembrada dejo lugar a otro actor social, los desplazados. "Si en los 80 el cine revisó el horror de la dictadura, en la década siguiente se enfocó más en las consecuencias de ese modelo. Ahí aparecen las películas que muestran la fragmentación social, empezando por Pizza, birra y faso", analiza López.
Fuente: Ñ