El abanico de gestos que manejan los recién nacidos es tan pequeño que puede resultar un jeroglífico incluso para los padres más avezados, incapaces de distinguir entre unos simples gases o dolor real.

Un software de reconocimiento facial capaz de determinar el grado de dolor que experimentan los bebés podría convertirse en una herramienta crucial en las salas de cuidados intensivos para los recién nacidos.