“Y ya lo ve, y ya lo ve, se viene el cambio, en Santa Fe”. Fue casualidad que cuando la hinchada socialista comenzó a cantar eufórica en las afueras de la Legislatura justo estuviera saliendo el senador Juan Carlos Mercier, fiel representante del patriciado capitalino que manejó gran partes de los resortes del poder provincial en los últimos 24 años.
Una entusiasta barra socialista acompañó a Binner con rosas y cantos
El flamante gobernador caminó por las calles santafesinas como su fiera una estrella de rock: rodeado de fanáticos
Un rato después salió el hombre que decía estar viviendo “el mejor día” de su vida, el gobernador Hermes Binner, que, rosa roja en mano, caminó como si fuera una estrella de rock –rodeado de fans– las cuadras hasta la Casa de Gobierno.
A pura euforia socialista fueron esas cuadras, lo mismo que la entrada a la Casa Gris, donde los amigos, parientes y militantes binneristas se mezclaban que querían conocer a sus nuevos jefes.
“Mirá, ese pelado es tu nuevo ministro”, le decía una mujer a otra mientras apuntaba a Antonio Bonfatti. “Qué buen mozo”, se entuasiasmó la evidente empleada del Ministerio de Gobierno.
Al rato llegó Binner, aún con la rosa roja, de la que no se desprendió hasta que entró al salón blanco, donde Jorge Obeid le entregó la banda y el bastón.
Luego, el gobernador electo se dispuso a hacer otra caminata, hasta el teatro municipal, otra vez rodeado de la entusiasta barra socialista, que había llegado en gran parte desde Rosario, mientras Obeid salía por la puerta de atrás de la Casa Gris acompañado por aplausos de quienes hasta ayer fueron sus colaboradores.
El cambio había empezado.