Virginia Giacosa

Son las nueve de la noche. La cita es en la puerta del Planetario del parque Urquiza. Marcos, joven y amable, es el encargado de recibir a los que llegan. Casi todos reservaron su lugar por teléfono o correo electrónico y algunos ya compraron su entrada anticipada para vivir una experiencia que, como primer punto, inquieta. Porque todo lo que se vivirá durante hora y media es a ciegas y prácticamente en silencio. Se llama Experiencia Eclipse y es el proyecto que impulsa un grupo de artistas rosarinos. La idea surgió con el objetivo de "ver aquello que aún con los ojos abiertos no se ve".

Una chica coloca vendas de tela sobre los ojos de los que van a experimentar la noche a ciegas. El mismo joven que recibió a los participantes invita a hacer silencio y a no hablar más con los que están a cada lado. Lo único que saben quiénes están ahí, formando un ronda en medio del parque oscuro, es que: serán guiados hasta un colectivo, deberán subir sin ver y llegarán hasta una casa –que ni siquiera imaginan dónde queda– donde van a moverse pero sin ver nada. Un viaje sensorial capaz de "dejar ver y sentir aquello que por tener habilitada la vista muchas veces no se puede".

"Queríamos generar una plataforma sutil, que permita una exploración iluminando ahí donde la luz que percibimos con la vista no llega", explican los que trabajan en esta propuesta que nació de Federico Ramirez pero que cuenta con una decena de personas que ofician como guías para asistir a los participantes y brindar la contención necesaria para que cada cual pueda transitarla plenamente.

Hay que tomarse de las manos y caminar hasta donde está el colectivo. Alguien ayuda a subir los tres escalones y una vez adentro hay que amucharse para compartir los asientos. Recién cuando está lleno arranca. Aunque uno se esfuerce por adivinar el recorrido, sólo se puede seguir por pura intuición el giro en la rotonda del parque. Lo que sigue después en el recorrido –curvas, rectas, bocinazos, calles más ruidosas o menos transitadas– será imposible de reconocer con la venda en los ojos.