Sabrina Ferrarese 

La recuperación económica, se sabe, no llegó a todos los bolsillos. Muchos rosarinos desean abandonar este puerto durante el verano, en búsqueda de temperaturas por debajo de los 37 grados. Pero para muchos la partida se hace cuesta arriba y no queda otra que resistir anclados en la ciudad.

Aunque no todo está perdido. La terraza suena a opción, sobretodo si está firme el deseo de verse bronceado y los tumultos no son de agrado. Por lo tanto, refugiarse al amparo del edificio vecino, mientras se absorben más y más rayos ultravioletas parece todo un programa; más, si se lo acompaña con buena música, algún juguito de frutas y hay una pelopincho cerca.

Más allá de las fronteras hogareñas, sin embargo, se abre un abanico de posibilidades –made in Rosario– para que los ciudadanos sean turistas en su propia tierra. Hay ofertas para todos los gustos y a muy bajo costo, por lo que además de disfrutar del calor en familia o con amigos, no acechará ese sentimiento de culpa que suele surgir, por ejemplo, en la costa marplatense en donde el dinero, a diferencia de las olas, se va para no volver jamás, en pequeñas diversiones, pirulines y alfajores para los compañeros del trabajo.

Aquí, algunos lugares para visitar y hacerse amigo…