Todas las exigencias del mundo es el unipersonal de la filósofa y divulgadora Florencia Sichel que invita a reír y reflexionar sobre “todas esas cosas, actitudes o pendientes que vuelven la vida un poco miserable (risas)”. En el espectáculo, la también docente y autora avanza sobre la felicidad, el éxito, el deseo, el amor y otros mandatos actuales que pesan sobre la adultez con el fin de desarmarlos desde humor y la filosofía.
“Siempre hay una vuelta de tuerca para pensar desde otro lugar. No todo tiene que ser de una sola manera”, sostiene Florencia Sichel, en diálogo con Rosario3.
El unipersonal, que tiene su punto de partida en el libro Todas las exigencias del mundo. Un ensayo sobre la adultez en el siglo XXI (Planeta), llega al Gran Salón de Plataforma Lavardén el jueves 11 de septiembre, a las 20.30.
–En la cartelería del espectáculo tenés entre manos una pila de notas adhesivas y una birome en la mano; una síntesis de "todo lo que hay que hacer y que no se te olvide”. ¿Cómo surgió esa imagen?
—Es la mirada que de uno mismo. Muuchas veces te ves agotado de las mil y una cosa pendientes con las que lidiamos todos los días. Y entonces surge la pregunta: “¿Qué hacemos respecto a eso?”.
El mandato es que nos tiene que ir bien, tenemos que ser profesionales exitosos y vivir de lo que amamos. Eso no se tiene que sentir como un trabajo porque, cuando amás lo que hacés, estás feliz todos los días de tu vida
–¿Y cuáles son los tópicos que abordás en el unipersonal?
—Hay tres grandes temas y tienen que ver con la adultez, o con la adultez de mi generación, los tenemos más de 30, aunque el show no tiene una edad determinada: la felicidad, el éxito y el amor. Los tres nos atraviesan de distintas maneras a todos y todas. La exigencia de la felicidad es, para mí, la más fuerte de esta época. Me refiero a eso de que tenemos que estar felices y tenemos que mostrarnos así.Todo el tiempo nos están diciendo que tenemos que estar bien, con actitud positiva. El segundo tiene que ver con el éxito, otra gran presión de estos tiempos. El mandato es que nos tiene que ir bien, tenemos que ser profesionales exitosos y vivir de lo que amamos. Eso no se tiene que sentir como un trabajo porque, cuando amás lo que hacés, estás feliz todos los días de tu vida, ¿no? Y un tercer mandato que es “amor Disney”, el de las películas. Esta una idea con la que fuimos criados y que se puede pensar más allá de los vínculos amorosos o de pareja como, por ejemplo, el amor de los hijos y de las hijas.
—Fuiste docente, creaste el newsletter Harta(s), te dedicás a la divulgación filosófica y tenés tres libros editados. Más allá de todo este recorrido, que es vasto, ¿cuándo viste que tenías un unipersonal?
—En realidad, fue darme cuenta de que todo había hechos en las aulas, en el secundario, en la universidad, la capacitaciones, también lo podía hacer en un teatro. Es una mezcla entre la filosofía, el humor y las situaciones cotidianas que son pensadas un poquito más. Y lo que sucede es espectacular, algo extraordinario como, en principio, sentirse mejor. En la obra nos reímos y eso produce un alivio. Además, si bien el unipersonal está basado en el libro Todas las exigencias del mundo, son formatos distintos. Yo me voy nutriendo en el trabajo de divulgación, en los contenidos que subo a las redes sociales. Casi que cualquier instancia de contacto con otras personas me sirve para poder pensar y la filosofía tiene que ver con hacerse preguntas.
Crecimos con la idea de que la adultez era algo serio, prolijo y ordenado, y hay algo mucho más caótico en estos tiempos. Lo podemos ver como algo feo o como una oportunidad para reinventarnos
—Vivimos en un sistema que es una máquina de desear, de querer ser, de querer pertenecer. ¿Hasta qué punto soy yo y hasta dónde sistema? ¿Qué respuestas pueden darnos la filosofía y el humor respecto a esto?
—Esta sociedad pone el éxito por sobre todo y hay una contracara que es la soledad, que también es un tema de esta época, ¿no? Uno puede estar todo el día viendo TikTok y estar en redes sociales y, sin embargo, sentirse profundamente solo. Para mí, lo más interesante que tiene no solo la filosofía, sino el hablar de lo que nos pasa. Compartir lo que nos pasa con otras personas es una forma de hackear al sistema. Cuando uno se encuentra con el otro, cuando uno habla de lo que le pasa, se puede reír, hacer humor, reflexionar. Es el efecto de sentirse comprendido, identificado No digo que no vas a tener más angustia, primero, porque la reivindico, sino porque hay algo en eso de empezar a tejer redes que produce alivio.
—El subtítulo de tu último libro dice: “Cómo desarmar mandatos y pensar a la adultez desde el deseo, el humor y la filosofía. ¿Qué define la adultez hoy?
—Esa es la gran pregunta. Yo hablo de quienes atraviesan mi generación, quienes, de alguna manera, venimos criados con otras ideas acerca del trabajo, la felicidad, el amor y cómo funciona el mundo, pero todo eso hoy está en jaque. No tengo una respuesta cerrada acerca de qué define a los adultos en estos tiempos. Sí me parece que no es algo que tenga fecha de vencimiento, es algo que uno puede estar construyendo y cambiar. Crecimos con la idea de que la adultez era algo serio, prolijo y ordenado, y hay algo mucho más caótico en estos tiempos. Lo podemos ver como algo feo o como una oportunidad para reinventarnos las veces que queramos. En una sociedad que se lleva mal con el paso del tiempo y valora ser joven como algo bueno. Hay que entender que la vida es cada vez más larga. Uno puede ser adulto y, al mismo tiempo, equivocarse, cambiar de vida, cambiar de profesión, elegir otro amor o lo que fuera.
La vida es cada vez más larga. Uno puede ser adulto y, al mismo tiempo, equivocarse, cambiar de vida, cambiar de profesión, elegir otro amor o lo que fuera
—El sistema se apuntala en la felicidad, el éxito, la delgadez, el consumo, la juventud, pero no siempre fue así. En otros tiempos, la aspiración era la permanencia en el trabajo, la familia feliz, los hijos..
—En el libro, relato esta anécdota: un día le cuento a mi papá, que me lleva 30 años, que quería renunciar a un trabajo porque no era feliz y él me me preguntó, genuinamente: «¿Qué tiene que ver la felicidad con el trabajo?». Para las generaciones anteriores, el trabajo tenía que ver con llegar a fin de mes y listo y, quizás, se era feliz yendo a jugar al fútbol una vez por semana o jugando al truco. En cambio ahora, sentimos una presión muy fuerte, los estándares nunca estuvieron tan altos. Entonces, ya no alcanza con ser buena profesional. En mi caso, tengo que ser buena madre, darle la mejor alimentación a mis hijas, me tengo que ver bien, tengo que hacer deporte. Ahí están todos los post-it que no terminan más. No alcanza con que te vaya “medianamente bien en el trabajo”. No, me tiene que ir espectacular y tengo que ser emprendedora y cada cosita que vas sumando. El efecto final es que estamos agotados. A esto se suma que descansar es “mala palabra”. Cuanto más quemados estemos, mejor. No sabemos qué es no hacer nada.
El libro
Todas las exigencias del mundo. Un ensayo sobre la adultez en el siglo XXI es "un ensayo filosófico y autobiográfico en el que me pregunto qué significa ser adulto hoy. Parto de alguna anécdota personal, que fue mirar una foto de mis padres cuando tenían mi edad actual, 35 años, y me pregunto qué cambió. Para ello, recorro algunos de los grandes pilares de la adultez en el Siglo XX, como la felicidad, un proyecto de familia, de trabajo y de cuidados. Esto último para mí es central. A eso lo contrasto la adultez en estos años".
Consultada sobre su particular interés en los cuidados, la también autora de Y vos qué pensás? Viaje filosófico por las ideas y El filo del amor respondió: “Pienso que los cuidados están poco valorados, más allá de si querés ser madre o no. Me parece que si queremos pensar en una una sociedad más inclusiva, hay que valorar el cuidado como un derecho que tenemos todos. D lo que se trata es de poner en valor el hecho de ser cuidados y a las personas que cuidan”.
Las entradas
Bajo la dirección de Marcela Peidro, Todas las exigencias del mundo se presenta el jueves 11 de septiembre a las 20.30, en el Gran Salón de Plataforma Lavardén. Las entradas pueden adquirirse a través de entradaslavarden.com y en la boletería del espacio cultural provincial.