“Los gatos no son solitarios, son independientes”, sostuvo el veterinario Ricardo Luis Bruno en diálogo con Esto se baila así (Radio 2).

El también magíster en Etología y Ecología del Comportamiento es autor de ¡Miau! Una guía para entender a tu gato (Grijalbo), una suerte de manual para saber por qué los gatos hacen lo que hacen y, de ese ese modo, entenderlos. ¿El objetivo? “Hacerlos felices y ser felices nosotros."

Para ello, en el libro es abordado el comportamiento de los michinos –del cachorro al adulto– “con asidero científico. Asimismo, se incluye un apartado dedicado a los “primeros auxilios”.

En tren de asegurar el disfrute de la mutua compañía es que el especialista, al ser consultado sobre si los gatos "son solitarios”, fue por la negativa: “Solitarios no, son independientes. Pasa que pertenecen a una especie no gregaria, al contario de los perros y de los humanos.”

Los perros viven con nosotros y los gatos nos dejan vivir con ellos

“Lo que pasa es que uno tiene que respetar su condición de especie no gregaria. Por eso digo que los perros viven con nosotros y los gatos nos dejan vivir con ellos. Tenemos que entender eso si queremos tenerlos como mascotas”, explicó Bruno en la charla con Juan Junco.

Entre los tantos “mitos” en torno al comportamiento de los gatos que surgieron en la entrevista –y que son citados en el libro– apareció aquello de que, pese a dormir en la cama, estas mascotas conservan rasgos silvestres.

“Algunos autores internacionales importantes, conocedores del tema, hablan de que el gato es un animal que no está cien por cien domesticado. Y creo que tener uno en casa es tener un poquito de naturaleza. Lo que pasa es que también tiene que ir acompañado de la personalidad del propietario. Porque con los gatos, a diferencia de los perros, tenés la gente que los quiere o los detesta. Es casi un River-Boca. O, mejor dicho, un Newell’s- Central”, dijo Bruno.

El gato es un animal que no está cien por cien domesticado. Y  creo que tener uno en casa es tener un poquito de naturaleza

¡Miau!, también avanza sobre "el lenguaje de los gatos": cómo se expresan a través de los maullidos, el movimiento del cuerpo y la importancia del mayor o menor estímulo que reciben: “Por ejemplo, el mismo tipo de maullido, con distintos tonos y distintos tiempos, significan distintas cosas. Pasa que para aprender el lenguaje de los gatos, uno tiene que aprender a mirar el bosque y no el árbol. Uno no se puede quedar solamente con lo que maúlla el gato o cómo mueve las orejas, sino que lo tenemos que pensar en un contexto.”

A la hora de explicar la constante y cuidada (auto) limpieza gatuna, el entrevistado afirmó que “la pulcritud es una cuestión atávica”: “Lo necesitan para tener limpio el pelaje, que es muy protector. Y además, eso de que tapan la materia fecal…es una forma de controlar la parasitosis en el nido.”

Ante el interrogante sobre “la agresividad" de algunos felinos, Bruno señaló que, como todo animal, incluido el humano, el comportamiento depende en un 30 por ciento de la genética, de lo que se ha heredado, y un 70 por ciento, del ambiente. Hay gatos que nacen con una personalidad más arisca, pero todo depende de las primeras experiencias que haya tenido, ya sea en la calle o con el propietario.”

Hay gatos que nacen con una personalidad más arisca, pero todo depende de las primeras experiencias que haya tenido, ya sea en la calle o con el propietario

Como perros y gatos

Para Bruno, más allá de la probable convivencia entre perros y gatos, el saber popular de que ambas especies se llevan mal tiene asidero en el hecho de que “hablan distintos lenguajes”.

“En el juego –apuntó Bruno–  cuando el gato responde agresivamente, el perro toma eso. Y ni hablar cuando el gato empieza a correr, al perro se le despierta esa cosa instintiva: cuanto más lo corre, el gato más se asusta y más corre. Pero, en realidad, también conozco perros y gatos que se llevan bien”.

La entrevista