Como sucede con las personas notables de cualquier actividad cuando pasan a otro plano, los medios radiales y televisivos suelen recordarlos con viejas entrevistas que muestran el sello, la personalidad, del personaje.
Aquí se hará lo mismo con una entrevista escrita, realizada al inolvidable Miguel Angel Russo el 9 de enero de 2017, un puñado de días antes de que Miguel viaje a Bogotá para asumir en Millonarios (había sellado su acuerdo el 23 de diciembre de 2016). Allá nacería, o se declararía, la maldita enfermedad que le torció el brazo después de 8 años.
A él le gustaba mucho tomar café en el mítico y desaparecido bar del Savoy. Y allí fue la charla. El tema, su terreno, sus dominios, su genética: el número 5, el volante central.
El mítico volante central, aquel patrón de cualquier equipo de fútbol que se preciara de tal que ya parecía estar en extinción. Desde que Tony Kross llegó al Madrid, por marcar un punto de inflexión, la mayoría de los equipos empezaron a despreciar a un protagonista neurálgico del juego. Paradójicamente, Barcelona, otro de los más poderosos del mundo, tenía en Sergio Busquets, su volante central, a uno de sus futbolistas más importantes y quizás el mejor del mundo en su puesto. Eran esos tiempos.
Pero aquel volante central áspero, casi siempre capitán, amo y señor del equipo, se iba diluyendo hasta casi desaparecer no obstante la importancia de su presencia en la estructura de un equipo que intente ser compensado.
Miguel fue volante central de un equipo histórico de Estudiantes, campeón en 1982, épocas de batallas bravas frente a un genial Independiente.
-Me parece que nos estamos poniendo viejos, Miguelito.
-No, vimos mucho fútbol y tenemos la posibilidad de cotejar situaciones…
-Vamos al grano, el cinco, el volante central, el tapón…
-¿De dónde arrancamos? Vamos a poner un punto de partida.
-¿Redondo? No nos vamos a ir hasta Rattín.
-No sé, porque Redondo no fue un cinco convencional…
-¿Un Giunta? Un Cuis Daniele o un Chocho Llop para hacerlo más rosarino…
-¿Simeone?
-Puede ser el Cholo, vamos con Simeone que para la gente tiene una mayor visibilidad. No hay más cincos de ese estilo o mejor escrito no los usan más.
-No, no es cierto. Mirá, te voy a contar un caso. Uno de los equipos que más disfruté fue el Central de 2003/2004. Terminó la temporada 2002, empiezo a armar el equipo y hablo con Mariano Herrón, que como es un tipo muy inteligente me preguntó «¿por qué me busca a mí?». Necesito alguien que se banque la mitad de la cancha solo, ¿vos te la bancás? «sí, me encanta», me dijo. Y a partir de ahí y hasta la lesión de él fuimos una cosa y después otra. Porque él quitaba, apoyaba, daba equilibrio y estaba contento de jugar en ese lugar. ¿Te parece que partamos de ahí? ¿2003? Para no irnos tan atrás a un Gallego, un Berta…
-De acuerdo, arranquemos desde ahí.
-Hoy cuesta encontrar un jugador así. Por ejemplo, Nery Domínguez es así, le gusta jugar solo, a Musto también le gusta la mitad de la cancha solo.
-¿Les gusta o juegan mejor solos?
-Y… Les gusta, después se acomodan a todas las circunstancias tácticas a los momentos del equipo. Lo retrotraigo al mejor equipo en el que yo jugué: Sabella, Ponce y Trobbiani y yo atrás solo. Mi virtud era darles permanentemente la pelota a ellos y quedarme a cubrir sus espaldas. Yo descansaba cuando se las daba porque sabía que no la perdían. Herrón se la daba a Ezequiel (González), a Gustavo (Barros Schelotto), a Vitamina (Pablo Sánchez) o a (Mariano) Messera y descansaba.
-Pero ni vos ni Herrón pisaban tres cuartos de cancha.
-No, no, no, era imposible que pisáramos el área rival. Estábamos convencidos de que estábamos para otra cosa. ¿Sabés qué pasa? El arquero es feliz cuando la saca, el nueve cuando hace un gol, los defensores se emocionan igual que el goleador cuando la sacan del área. El que ama defender no quiere la pelota en el área porque sabe que está más cerca de que le hagan el gol. Eso es algo que en estos tiempos falta, el amor por defender. Y no está mal defender, porque esto es fútbol.
-Vos me marcaste a Herrón como punto de partida y yo hago hincapié en el Boca de Guillermo para argumentarte el disparador de la charla: Boca juega sin cinco.
-Sí…
-Para mí es un equipo totalmente descompensado…
-Sufre mucho, pero es la idea del técnico. Boca tiene un montón de volantes, pero ningún Chicho Serna. Lo que pasa es que a veces cuesta si no tenés la característica apropiada. Chicho hacía un triángulo perfecto con Bermúdez y Traverso. El triángulo es con los dos centrales. Eso forma parte de la faz defensiva y es elemental y fundamental porque los de atrás manejan al cinco de tal forma que lo van acomodando de acuerdo a como viene la pelota…
-¿A vos quién te manejaba?
-Brown, el Tata Brown. Y Trossero y Passarella en la selección también. Estamos hablando de niveles diferentes. Tenían una lectura del juego superior a la media del fútbol.
-¿Se puede jugar sin cinco y tener un equipo compensado?
-No, es muy difícil. A mí siempre me dijeron que el medio era el motor del equipo: ayudaba a los defensores y asistía a los delanteros. Vos tenés un buen mediocampo y tenés equipo. Si el medio está desbalanceado es complicado. Si tenés todos habilidosos sufren los de atrás y si tenés todos picapiedras sufren los de adelante. El medio es el equilibrio, el punto neurálgico de un equipo. Por eso buscamos tanto a los volantes mixtos, que son los que participan en las dos áreas. Es muy difícil.
-Pero nos fuimos de tema, quiero volver al 5 que parece que ya no existe. Para mí Herrón tiene más juego que lo que yo considero un 5 de los de antes. Vayamos más atrás, un Mostaza Merlo hoy no existe.
-No, porque era la misma característica del Tolo Gallego o la mía… Yo tenía un buen pase filtrado. Bilardo y Manera me decían «¿vos querés jugar, querés divertirte? Dásela a ellos (por los volantes creativos) y esperá que la pierdan. Si te metés eso en la cabeza vas a jugar 40 años». El juego de ese equipo se basaba en la tenencia de la pelota, algo que hoy cuesta muchísimo porque se pierde enseguida y no te permite organizarte. Cuando más la tenés es problema del otro y vos te organizás mejor. Después discutimos todo lo que quieras. Si la tenés entre el 4, el 3, el 2 y el 6, no sirve. Por eso siempre que veo las estadísticas de la tenencia de la pelota pregunto dónde, en qué sector de la cancha.
-Volvamos al ejemplo de Boca, que juega (jugaba por entonces) sin 5.
-Lo que pasa es que Guillermo le encontró un desnivel y un volumen muy alto por los costados con Centurión y Pavón.Y agregale Tevez y el regreso de Gago y Pablo Pérez cuando está bien.
-Pero le generan un montón de situaciones de gol por partido.
-Pero es lo que elige el técnico y no está mal porque es una forma de jugar. Después podemos discutir si nos gusta o no, pero es lo que elige el entrenador.
-¿Opta por eso o termina jugando así por decantación?
-Las dos cosas. El razonamiento del jugador dentro del juego a nosotros nos marca. Si nosotros tenemos la capacidad de ver eso y adaptarlo al pizarrón, estamos en el ideal. Vos podés tener una idea y ellos te la modifican.
-¿Y el doble 5 qué es?
-Vamos a la historia. Al doble 5 lo inventó (Antonio) Rattín con (Alberto González) Gonzalito. Se cansó de correr Rattín e inventó el doble 5. Ahí empieza el 4-4-2 en el fútbol argentino. (N. de la R.: Rattín y Gonzalito jugaron juntos en Boca y la selección argentina en la década del 60. Ambos participaron como titulares en el Mundial 66 de Inglaterra).
-Una especie de enganche.
-Un enganche retrasado. También se produce porque en el fútbol se achicaron los espacios y hay que tirarse un poco más atrás para generar juego. _Entonces el doble 5 reemplaza al enganche y se gesta para darle una mano al 5 tradicional.
-Sí, hay veces que tenés doble cinco de juego y a veces de marca. Por ejemplo, en Central, Nery (Domínguez) tenía más libertad que Musto, a pesar de que Damián no es ningún negado con la pelota, todo lo contrario. Para mí los mejores volantes centrales siempre fueron los brasileños. Si están por la izquierda, el tres les da la pelota y ellos salen por el cuatro. Cambian permanentemente de frente y manejan muy bien los retrocesos porque tienen canchas enormes.
-¿Tacho la chance de que los equipos jueguen con un solo cinco?
-No, vamos camino a eso, a jugar con un solo cinco pero de más manejo que los de antes.
La charla se extendió por horas sin importar la hora del almuerzo.
Para Miguel el fútbol era gran parte de su vida, la cancha era su casa. No la abandonó ni siquiera cuando no se podía mantener en pie.
Hasta la próxima charla de fútbol, Miguelito. Saludos por allá.