Digna del temperamento presidencial, la campaña electoral que Javier Milei cerró este jueves a la noche en Rosario fue para el gobierno nacional una montaña rusa de emociones. El escándalo Espert y la inédita intervención de Estados Unidos en los asuntos domésticos argentinos fueron los momentos más extremos, en un marco en el que la administración libertaria se enredó en desaciertos varios que parecieron afectar su ánimo. Acaso por eso, la puesta en escena y el discurso del jefe del Estado, en el Parque de España colmado por una multitud, apuntaron fundamentalmente a recuperar la autoestima. Resultó más parecido al show del Movistar Arena que a esas recorridas, en varios casos fallidas, que intentó en distintos lugares del conurbano bonaerense y el interior del país.

“Basta de estar a la defensiva” pudo haber sido el consejo del gurú presidencial, seguro coautor del discurso y acaso futuro jefe de Gabinete, Santiago Caputo. Pero para eso no había que responder preguntas. Lo que explica que en los dos últimos días antes de la veda, Milei dejó de dar entrevistas: suspendió una que tenía el miércoles con Luis Majul —mandó en su lugar al vocero Manuel Adorni— y tampoco se prestó a atender ningún medio local, algo que sí hizo en otras ciudades como Mar del Plata y Tucumán.

Por el contrario, el texto que el primer mandatario leyó a los gritos junto al río Paraná apuntó a recuperar la mística del León, aunque en una versión soft: no llamó a odiar a nadie ni trató de “ratas” a potenciales dadores de gobernabilidad.

Al kirchnerismo sí le tiró con toda la artillería: a Cristina la llamó “la condenada, la reina de la tobillera”. Y a la candidata local, la dirigente de Ciudad Futura Caren Tepp, la trató de “usurpadora de tierras” con “objetivos castrochavistas”. En su afán de polarizar y emblocar a todo el antiperonismo detrás suyo, también imputó a Provincias Unidas, pero en segundo grado: “Todos los que están en el medio son cómplices”.

Mostrarse como jefe del antikirchnerismo —es decir, como principal opositor de la oposición— fue la estrategia que primó en la actividad proselitista del gobierno nacional durante estas últimas semanas. Algo que podría considerarse lógico, tras las escuchas de Spagnuolo, la renuncia de Espert, las inconsistencias del plan económico, la crisis de liderazgo político y el pedido desesperado de auxilio a Estados Unidos, que derivó en la entrega de al menos parte de la botonera económica a Scott Bessent, el secretario del Tesoro norteamericano. "Los otros son peores" es el mensaje que, atento a las anteriores experiencias de gobierno, aún puede sumar adhesiones.

Pero este jueves, en el cierre de campaña, Milei fue por algo más: la reivindicación de su gobierno, al que después de bastante tiempo volvió a poner en el lugar de “mejor de la historia”. Como si hubiera entendido que, esta vez, para ganar, no alcanza con decir que los demás son “casta”, palabra que solo pronunció una vez.

De aguantar a sostener

 

Por más malo que haya sido lo anterior, en una elección de medio término un gobierno ya debe rendir cuentas por lo propio. En esa materia, el presidente volvió a lo conocido: que Argentina marchaba hacia la peor crisis de su historia, que dio un giro de 180 grados, que el cambio lleva tiempo y que ese tiempo ahora es más largo porque el Congreso es “destituyente” y, después de un año de docilidad, empezó a poner palos en la rueda.

Aunque hubo un retoque sutil en su mensaje al electorado que lo votó y se siente decepcionado. No llamó a “seguir aguantando” porque estamos a mitad del río, sino a “sostener el cambio”, que no es lo mismo.

No se lo decía a los miles de militantes de todo el país que se llegaron al Parque de España en colectivos que, a media tarde, colapsaron los accesos a la ciudad, ni a los rosarinos que fueron espontáneamente y se ubicaron en las escalinatas. Sino a quienes pudieran pescar el párrafo en televisión o a través de los recortes de redes: votantes de Milei en el balotaje de 2023 que ahora dudan entre extenderle la confianza a pesar de lo malo e incumplido, inclinarse por otras opciones o directamente engrosar las filas de desencantados que se quedan en casa.

Contra la grieta

A esos mismos sectores les apuntaron, en el cierre local de Provincias Unidas en el Bioceres Arena, el gobernador Maximiliano Pullaro y su candidata Gisela Scaglia, que también jugaron fuerte y buscaron vender lo suyo como una “patriada”: la de romper la grieta que “nos quieren imponer los porteños” entre “dos modelos rotos”.

El acto de cierre de Provincias Unidas en el Bioceres Arena.

Quién se queda con la mayor parte del electorado que en 2023 Milei y Pullaro tuvieron en común es una de las claves de la elección de este domingo en Santa Fe y, de hecho, la división de ese voto es lo que alimenta las chances de triunfo del peronismo en un escenario de tercios en la provincia.

Con un recurso que llamó la atención: el gobernador conminó a los “verdaderos peronistas” a votar a Provincias Unidas con el argumento de que el kirchnerismo traicionó el mandato de Perón y Evita al crear, según él, planes sociales en lugar de trabajo.

Como Milei, los referentes de Unidos fueron mucho más duros con los seguidores de Cristina que con sus otros adversarios, en este caso La Libertad Avanza. Con un gesto incluso hacia la gobernabilidad futura si, como dijo el mandatario santafesino en una entrevista con Rosario3, “el presidente se deja ayudar”. “Vamos a impedir que el kirchnerismo vuelva; nunca más va a gobernar la Argentina”, dijo Scaglia, para luego matizar con una promesa de “ponerle sensatez y diálogo” al actual proceso político.

"Frenar a Milei"

 

Mientras tanto, Fuerza Patria hizo un cierre acorde a lo que fue toda su actividad proselitista de estas semanas. No hubo un acto clásico, sino una asamblea barrial en la zona sudoeste en la que la primera candidata, Caren Tepp, planteó que no hay otra forma de expresar oposición real al gobierno nacional que apoyando la lista que ella encabeza.

“Frenar a Milei” fue el eslogan que movilizó toda la campaña, que —según la dirigente de Ciudad Futura— tuvo una novedad que habrá que verificar con los números del domingo: una supuesta reconciliación con sectores de la industria y del campo castigados por el dólar bajo y las retenciones que, acuerdo con Estados Unidos mediante, parecen destinadas a seguir altas. “Hemos logrado tender puentes con los sectores productivos, sin prejuicios y con la convicción de que el desarrollo tiene que incluir a todos. Estamos creando un nuevo vínculo basado en el respeto y el trabajo”, afirmó Tepp.

Caren Tepp encabezó una asamblea ciudadana en zona suroeste. 

Gana el rechazo

 

Respeto no es justamente lo que reinó en esta campaña electoral, plagada de insultos, descalificaciones, escándalos y noticias falsas, donde las propuestas brillaron por su ausencia y predominaron las acciones de confusión deliberada y mugre. Las identidades políticas, como señala el consultor Roque Cantoia, se construyen hoy más por los rechazos que por la aceptación. Es el estado actual de nuestra democracia. En ese clima de desencanto, que se refleja en el bajo nivel de participación que se acentúa comicio tras comicio, llegamos a la crucial elección de este domingo.

La veda ya está entre nosotros. Los políticos deberían llamarse a silencio, pero los tiempos cambiaron y están las redes sociales. La Argentina del lunes es un enorme interrogante.