Si cada día en el Altar del Mercado se sacrifican millones de vidas por la incidencia directa del consumismo o por las consecuencias de las desigualdades que genera, quiere decir que tenemos que ir averiguando por otros caminos que lleven a una vida más feliz y a una convivencia más humana.

Una pista muy interesante nos ofrece Calle 13 en su canción “Latinoamérica” donde va cantando un listado de todo lo que no se puede comprar de ninguna manera y enumera no sólo lo que no “se puede” sino también lo que no “se debe” comprar. “No se puede comprar el sol… no se puede (debe) comprar la tierra…tú no puedes comprar mi vida”.

Pero el “mercado” queda todavía más afuera de todo y puede ser superado por algo que sólo se da y se recibe en la más pura gratuidad. Y eso es el Amor. Precisamente el título de este comentario plantea el Amor como un Arte.

Así lo reconoce y lo describe ampliamente Erich Fromm en su libro “El arte de amar”. El Amor, más allá de un sentimiento es un verdadero Arte que exige un esfuerzo artesanal para despertarlo, sostenerlo y cultivarlo. Lo presenta también como la única solución para superar la problemática de la “separatidad” que asoma en la humanidad desde sus comienzos y en cada uno de nosotros desde que nacemos.

Escrito en 1956, se difundió y se difunde por latitudes y generaciones ofreciendo un camino válido, bien al alcance de todos y practicable, como una auténtica alternativa para nuestro tiempo. Por tanto cabe preguntarnos hasta dónde puede llegar esta capacidad latente y presente en nuestros corazones y cuántas cosas se pueden transformar si lo ponemos responsable e intensamente en movimiento y nos dedicamos a cultivarlo como la mejor de las semillas.

Y también creo necesario que nos preguntemos si la Política y la Economía no deberían ser la expresión más amplia y excelente del Amor.