Estamos en el medio de uno de los cambios más dramáticos de la población mundial en siglos. Hace sólo 100 años 14% de la población mundial vivía en ciudades, hoy llegamos al 55%, y para el 2050 se estima que será 70%. Cómo manejamos este crecimiento de una manera que cultive un estilo de vida saludable para los habitantes es uno de los mayores desafíos del siglo actual.

Imaginá si pudiésemos planear, diseñar y construir ciudades de una forma que fomenten la equidad, estimulen estilos de vida saludables y promuevan la sustentabilidad. Esa es una estupenda oportunidad que tenemos hoy. Las decisiones que hagamos hoy pueden afectar las vidas de millones de personas de futuras generaciones.

Nuestra organización aplicó este enfoque holístico para estos desafíos sin precedentes y accionó para preparar a las ciudades para los cambios por delante, en particular cuando se trata del reino público (nuestras calles, parques y otros espacios públicos). Ese enfoque es apuntalado con una filosofía muy simple llamada la ‘ciudad 8-80’.

El concepto está basado en la premisa de que si construimos una ciudad que es buena para alguien de 8 años y para alguien de 80, entonces tendremos una ciudad exitosa para todos. Haga este ejercicio: ¿Mandaría a un niño (de 8 años mas o menos) y a un adulto mayor (de 80) a dar una vuelta al parque juntos? ¿A comprar un sachet de leche? ¿A ir caminando o en bici a la escuela? Si lo haría es porque es lo suficientemente seguro, si no lo haría entonces tenemos que mucho por mejorar.

Hemos trabajo en más de 200 ciudades de 6 continentes en los últimos ocho años. Muchas de estas ciudades enfrentan los mismos desafíos, problemas de transito, cambio climático, obesidad en ascenso y inestabilidad económica. Y encima, con las presiones en cuanto a la cantidad de habitantes, los espacios vienen siendo cuestionados como nunca en la historia. Nuestras calles, veredas, parques y espacios públicos necesitan hacer más, para más gente y para usuarios más diversos.

Cuando mirás una ciudad desde el cielo, podés ver que las calles ocupan la mayor cantidad de espacio público. Las calles son propiedad de todos los ciudadanos sin importar su edad, estatus social o género. Solamente mover autos no es un uso muy democrático de un espacio con tanto valor, y que es de todos los ciudadanos. Lamentablemente en los últimos 50 años hemos planeado nuestras ciudades pensando en la movilidad de los autos, en vez de la felicidad y bienestar de las personas. Nuestras calles, parques y espacios públicos deberían reflejar la gran diversidad de personas que habitan una ciudad o una comunidad.

Caminar, andar en bicicleta, transporte público y excelentes parques y espacios públicos no son sólo ingredientes esenciales para crear una ciudad saludable, vibrante y sostenible. También son un símbolo de respeto por las personas. Caminar, andar en bicicleta y usar transporte público son los únicos medios de movilidad para todos los chicos y jóvenes y para muchos adultos mayores. La oportunidad de moverse y poder descansar, relajarse y jugar en nuestras ciudades de manera segura debería ser un derecho para todos los ciudadanos, no sólo para los que tienen autos.

El concepto de la ciudad 8-80 busca cambiar la manera que pensamos nuestras ciudades, evaluándolas en base a como tratamos a sus ciudadanos más vulnerables: los chicos, los adultos mayores, los que están en situación de pobreza y las personas con discapacidades. Tenemos que dejar de construir ciudades como si todos tuvieran 30 años y fueran atléticos. Si una comunidad es genial para los de 8 y los de 80, entonces será genial para todos, desde 0 a 100.

* De 880cities.org

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