El historiador Alejandro Galliano pivotea sobre las ideas de la película de Stanley Kubrick y analiza cómo la generación actual de treintañeros, criados entre el kirchnerismo prolongado, la frustración macrista y el fin de la postmodernidad, busca una nueva identidad política.

Esta población, que solo conoció el cepo y alta inflación, exhibe un rechazo al populismo y, en el caso de los peronistas, una búsqueda tortuosa de nuevos liderazgos. 

El kirchnerismo y el macrismo son vistos por Galliano como "hijos de la postmodernidad", mientras que la nueva generación post-postmoderna anhela recuperar una "totalidad" o una explicación coherente del universo y los valores. Esta necesidad de certezas se manifiesta en una "ansia metafísica" que los lleva a reivindicar pasados doctrinarios y míticos, buscando un refugio seguro.

El mileísmo, si bien apela al decadentismo clásico de la derecha argentina, también ofrece un aspecto "aceleracionista" con promesas futuristas como criptos y transhumanismo, que funciona como una "pasta base del capitalismo" que promete soluciones a futuro. Por su parte, los sectores progresistas y la centroizquierda popular, se ven más desorientados y sumergidos en la nostalgia.

Galliano concluye que las grandes tareas que enfrenta Argentina para alcanzar una estabilización de su economía y algo similar a la "normalidad" de los países de occidente, implica que esta generación y los dirigentes boomers asuman digerir  "malas noticias" y "amarguísimas", lo que hace que el escape en el aceleracionismo o en la idea de un "Imperio Argentino" se presenten como una bifurcación virtuosa. El debate sobre las soluciones necesarias queda postergado ante la comodidad del escapismo y la auto-flagelación.