La promesa de una cita fue la perdición de David Ángel “Chino” Ocampo, quien la madrugada del 28 de mayo fue acribillado tras una larga espera en la esquina de Tucumán y Dorrego. Minutos antes de su muerte, el joven mantuvo conversaciones con Nadín “Peke” Martínez, la mujer que lo sedujo y lo terminó entregando a los homicidas, según la investigación de la fiscal Gisela Paolicelli.

Entre los gatilleros que se movilazaron en un auto Nissan robado, estaba Sebastián Antonio Coronel, quien por esos días comenzaba a salir con la Peke Martínez, la femme fatale de esta historia de drogas, sexo y muerte. La noche anterior –según la investigación–, Coronel había atentado contra la vida del policía Gabriel Sanabria. Y su madre, María Soledad Meyer, había sido detenida por encubrir a los atacantes que se refugiaron en su casa de Ayacucho y Hungría.

El Chino Ocampo mantuvo conversaciones con Nadín hasta minutos antes de la agresión, a las 4.30. Ello quedó plasmado en el iPhone de la víctima. Y en el teléfono Samsung que Nadín Martínez olvidó en el Nissan del cual partieron los disparos. El auto, tras el atentado, chocó por Moreno y Catarmarca y el teléfono quedó extraviado en el asiento trasero, al igual que uno de sus zapatos.

“Ey escucha vos tenes, vos tenes una monedita (...) pagamos un buen telo bien piola a medias, Vamos activar ahora, boluda, dale que son las 4 ¿dónde estás vos? Qué te iba a decir... ey, hay que comprar un par de champeta antes de entrar, ¿tenes una mochilita o algo vos?” le escribió Ocampo a Nadín.

“Sí, bobo, yo ahí termino y voy para allá donde vos estás, esperame”, le respondió la mujer.

Al mismo tiempo, Nadín mantenía conversaciones con Coronel, quien dijo sentirse enfermo, y quizá preocupado por su madre detenida. Pero estaba decidido a cumplir con el pedido de la “Peke” Martínez. “Me voy a despejar un toquecito y le voy a mandar curso”, le confió a la mujer.

“El loco me va a llamar entre las 4, 5 para mí, 6 más tardar, igual yo le voy a calentar la pava”, le confió Nadín a Coronel.

Coronel juntó coraje se aferró al “santito”, San La Muerte. La misma figura que tenía en la mesa de luz cuando fue detenido la semana pasada en Gallo al 1600 y quería llevarse consigo: “Ya estoy positivo, ya estoy como tengo que estar siempre, ya así que le voy a mandar mecha, ya me tengo fe, me tengo alta fe, no es por nada. Le tengo fe a mi santito que me cuida a full”.

“En dónde me esperas que ahí salgo a tomar el taxi”, le contestó Nadín a Ocampo, que ya estaba impaciente porque su teléfono se quedaba sin batería.

“Ey boba mirá que tengo 10 de batería y tengo el Iphone de mierda este y se gasta al toque y se me llega a apagar estoy acá en Tucumán y Dorrego” –le dijo Ocampo a su presunta cita–.

“Dale que es re tarde, Peke, Pequeña”, insistió el joven. Nadín le dijo que estaba a ocho cuadras, en taxi.

—“Bueno, mi amor, la ganas de probarte”, fue uno de los últimos mensajes que recibió Ocampo. Su último mensaje fue un insulto a un taxista que no existía, ya que Nadín ya se encontraba en el Nissan con Coronel: “¿Qué viene, en tortuga el gil este, boluda?”.

“Hoy coronamos y te casás conmigo”, le había prometido Nadín a Coronel esa noche antes de encontrarse para llevar a cabo el plan homicida, según el legajo fiscal.

El móvil del crimen no fue develado, aunque según se desprende de los diálogos, la pareja acusada del crimen obedeció a una orden. Nadín le confió a Coronel la necesidad de “cerrar esto ya”.

“¿Qué te dijo aquél? Vos le dijiste que lo querías hacer o él te dijo. Yo hago esto y me voy a calmar un poco, que como que ésto lo necesito ya, eh, hace un montón trato y me da vueltas, y la vez que lo quise hacer no se pudo y así, es como que necesito cerrarlo a esto ya.”