Las elecciones Paso del domingo 13 de abril en la provincia de Santa Fe dejaron un dato para analizar: apenas el 55,6% del padrón electoral participó del comicio. Este porcentaje representa el nivel más bajo de asistencia a las urnas desde el retorno de la democracia en 1983, superando incluso el anterior récord negativo registrado en las Paso de 2023, cuando votó el 62,7% del electorado. Lejos de mejorar, en las generales del 29 de junio, la asistencia de electores volvió a caer y se ubicó en 48% en la provincia. Rosario3 accedió a información detallada del Tribunal Electoral sobre ausentismo, que permitió desgranar algunos datos, como edades y género de quienes no concurrieron a las urnas, a pesar de estar habilitados a sufragar.
La información obtenida se refiere a las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias del 13 de abril pasado, en las que además de elegir precandidatos para ocupar cargos municipales y comunales, se votaron (de manera definitiva, no hubo Paso para esta categoría) los 69 convencionales constituyentes que reformarán la Constitución de Santa Fe.
La pirámide poblacional de ausentismo electoral que se muestra a continuación, exhibe un dato más que relevante: una base estrecha conformada por los integrantes más jóvenes del padrón electoral, de 16 y 17 años. Esa franja etaria suma un total de 76.086 electores habilitados a votar, de los cuales 45.979 (60,4%) concurrió efectivamente a sufragar, el 13 de abril pasado, aunque no tenía obligación legal de hacerlo. El porcentaje se ubica por encima del 55,6% correspondiente al volumen total de participación en la misma fecha.
Tabulación y Gráfico: Ezequiel Epifano (Rosario3).
Del total de electores ausentes, 1.242.386 en toda la provincia, 49,01% son mujeres y 50,98%, varones. Y en el gráfico en el que se agrupó a los electores ausentes por franjas etarias de 10 años (dejando aparte a los adolescentes de 16 y 17 años –que pueden votar, pero no tienen la obligación de hacerlo– y los más jóvenes de 18 y 19 años –que componen la franja de menor edad que sí tiene obligación legal de concurrir a sufragar–), se puede observar una menor concurrencia de electores de varones a votar, en la mayoría de los intervalos (20-29, 30/39, 40/49 y 50/59). Ese panorama se revierte de allí en adelante, ya que en las siguientes franjas etarias (60/69, 70/70, 80/89 y +90) son más las mujeres las que no fueron a votar. También se abstuvieron de votar un total de 34 personas con DNI no binario.
La franja con mayor ausentismo es la de 20 a 29 años y está compuesta por las personas más afectadas por la desocupación, en Argentina, según el Indec. En el primer trimestre de 2025, la tasa general de desempleo alcanzó el 7,9% de la población económicamente activa de los principales centros urbanos del país. Y más de la mitad de ese porcentaje (4,1 puntos) corresponde a personas de hasta 29 años.
Casi al mismo nivel de baja participación que los jóvenes de 20 a 29 años, con un amplio volumen de ausentes, se ubica detrás, la franja de 30/39 años; pero el gráfico permite visualizar que –aunque también lejos de las urnas– las tres franjas siguientes conformadas por población de mediana edad y comienzo de la tercera (40/49, 50/59 y 60/69) mostraron, en comparación, mayor concurrencia al acto electoral.
El voto es obligatorio hasta los 70 años y es notorio cómo en la franja cuyo piso son los 70 años (70/79 años) el ausentismo crece de forma significativa, especialmente en las electoras mujeres, y vuelve a reducirse, conforme a la composición del padrón electoral también, en las dos últimas franjas (80/89 y +90).
El Voto Joven superó en asistencia al promedio general
El 14 de julio de 2023 el Tribunal Electoral de Santa Fe habilitó el Voto Joven y dispuso la incorporación al padrón electoral de la provincia, para participar en las elecciones provinciales y locales, a las personas que hubieran cumplido 16 años, inclusive, en las condiciones establecidas en la ley 346 según modificación ley 26.774. Además, aclaró que el denominado Voto Joven comprende a un sector del padrón que lícitamente puede abstenerse de concurrir al acto electoral. También se lo llama voto facultativo u optativo.
¿Qué los motiva a participar a edades tempranas y qué los expulsa más tarde?
Con esa decisión, Santa Fe se equiparó al resto del país, ya que a partir de entonces, los santafesinos de 16 y 17 años pudieron sufragar para gobernador y vice, diputados provinciales, senadores de ese rango, intendentes, concejales y comisiones comunales, además de elegir presidente y vice.
Es llamativo que las dos franjas que reúnen el menor volumen de ausentismo son las de los más jóvenes: La de 18 y 19 años (dos primeros años de voto obligatorio) y la de los adolescentes de 16 y 17 años (Voto Joven). Entre los interrogantes que disparan los datos observados, emerge: ¿qué los motiva a participar a edades tempranas y que los expulsa más tarde?
El por qué detrás del “sí voté” y el “no voté”
Rosario3 entrevistó a 20 jóvenes de 17 años quienes, de acuerdo a la ley, ya pueden votar en todas las categorías electorales. De ese total, 13 personas dijeron haber votado por primera vez en las Paso del 13 de abril de este año, mientras que las 7 restantes, no participaron de los comicios todavía.
En cuanto a las razones de la no emisión del voto: 4 de los 7 que no sufragaron, aseguraron que no figuran en el padrón, aunque sólo una dijo que denunció la situación para poder votar en las Legislativas del 26 de octubre próximo. Otra explicó que no estaba en Argentina el día de las Paso; otra afirmó que le habían robado el DNI, lo cual le impidió sufragar, y la restante admitió que no fue a votar porque no conocía a los candidatos.
Entre los 13 que sí fueron a votar, sólo uno dijo haberlo hecho en blanco, porque no estaba de acuerdo con nadie. Entre las razones expuestas por los 12 restantes para votar en positivo, se mencionaron: “porque es fundamental elegir a quienes nos representan” (2), “porque quiero que mi voto cuente” (1), “porque la reforma constitucional es importante y no quiero que cualquiera tenga potestad de decidir temas relevantes” (1), “porque mi política es la democracia” (1), “porque valoro la posibilidad elegir candidatos” (1), “porque es un deber ciudadano” (1), “porque es mi derecho democrático” (3), “porque votar es parte de la vida en democracia” (2).
Voto y democracia: La mirada sobre “los otros”
Otro dato relevante: en varias respuestas se incluyeron las expresiones “democracia”, “derecho a votar” y “deber ciudadano” para justificar su propia concurrencia a las urnas y se destacan los procesos electorales como una parte de la vida en las sociedades democráticas. Sin embargo, cuando se los consulta sobre el entorno (familia, conocidos, amigos de mayor edad) para indagar acerca del ausentismo electoral y del conocimiento con el que se eligen los candidatos, ellos mismos apuntan:
“Los políticos lograron que la gente se desinterese del tema o ignore qué se vota”, “hay desprecio por valores tradicionales como la participación electoral”, “hay gente de mi generación que vota a candidatos que dicen cualquier cosa porque les parecen graciosos”, “la política ya no se toma como algo serio”, “la juventud está descolocada y sola”, “hay mucha desinformación y desconocimiento en la propia casa”, “no hay ganas”, “hay desinterés, decepción, disgusto”, “pérdida de esperanza en ser representados”, “cansancio”, “les da lo mismo”, “malos mandatos anteriores generaron desconfianza”, “no los convence ningún candidato”, “hartazgo, la gente percibe la política como algo que no ayuda”, “la política se transformó en negocio”, “parece más una guerra que una decisión”.
Números a la vista, surge claro que las malas experiencias anteriores, sumadas a una oferta de candidatos que no resulta atractiva, llevaron a la mayoría de los electores a darles la espalda. Y aunque el Voto Joven se muestre más activo frente a la novedad, el núcleo más indiferente a la política electoral en Santa Fe, es el de quienes tienen hoy entre 20 y 40 años.
Argentina cumple este año 42 años de democracia ininterrumpida; pero lejos de ser motivo de celebración, ir a votar para muchos se convirtió en una carga disociada del derecho a la participación democrática.
Otra pregunta que surge –sumada a las razones socio-económico-políticas que contribuyen a divorciar a los electores de las urnas– es: ¿cuánto incide el sistema educativo en la apatía electoral? ¿Hay conciencia de que los derechos se conquistaron, muchas veces, a contrapelo de los poderes dominantes, a lo largo de la historia? ¿Que se ejercen, se preservan y también se pueden perder?
Historia y Ciudadanía en la educación argentina
“Cuando empecé a trabajar como docente de secundaria, en 1989 (seis años después del regreso a la democracia en Argentina) había Historia según la modalidad. En los bachilleres nacionales y en los peritos mercantiles se daban 4 horas, de 1º a 5º año. En las técnicas, tenían hasta 3º”, recuerda Beatriz Argirofo, profesora Historia, jubilada, (quien militó durante años por la continuidad de la materia Historia, ante las leyes que marcaron su desplazamiento) y explica que con la Ley Federal de Educación –sancionada el 14 de abril de 1993– 8º y 9º año pasaron de tener 4 horas de Historia y 3 de Geografía, a 4 de Ciencias Sociales (que incluía 2 de cada materia); mientras que 1º de polimodal tenía 3 horas de Historia, en todas las terminalidades y 2º tenía 4 horas en la terminalidad Humanidades. Es decir que las terminalidades de Gestión y Ciencias Naturales ya no tenían Historia en 2º año del polimodal. Las técnicas tampoco.
Con la Ley Federal, no sólo empezaron a perderse las horas dedicadas a Historia, sino que los docentes de Historia y Geografía (aunados en Ciencias Sociales) debían consensuar entre ambos, una sola nota para cada estudiante.
Otra particularidad se generó con la formación de los docentes a cargo de Ciencias Sociales: al jubilarse los de Historia y ofrecerse esas horas a concurso, podían presentarse, tanto profesores de Historia como de Geografía, con lo cual, hubo casos en que esas cuatro horas de Ciencias Sociales quedaban en manos de gente de Historia, y otros, en los que quedaban a cargo de un profesor de Geografía.
Esto hizo que, si un docente de Geografía, por ejemplo, tomaba las cuatro horas de Ciencias Sociales, terminaba dando su materia, Geografía, durante las 4 horas y ese curso, ya no tenía Historia. Esa modalidad atentó contra la continuidad de la enseñanza de la Historia.
Recortar el espacio dedicado a aprender Historia apunta a una consigna implícita: que no haya pasado.
Luego, con la Ley de Educación Nacional 26.206, aprobada el 14 de diciembre de 2006, se recuperaron las horas de Historia en 1º y 2º año, pero como consecuencia de una reforma curricular que se terminó de implementar recién en 2014. Beatriz cuenta que en 2011, la provincia de Santa Fe mandó a las escuelas un borrador de reforma curricular en el que establecía que todos los contenidos que conformaban el núcleo de aprendizaje prioritario de Historia, se condensaban en 2º; se eliminaban de 1º y nada se decía para 3º, 4º y 5º. “Estuvimos un año batallando para evitar que se eliminara Historia de la secundaria y conseguimos con mucho esfuerzo, que estuviera en 2º, 3º, 4º; y en las modalidades de Humanidades y Sociales, también en 5º".
Movidas pro Historia
En 2012 y 2013, los sábados a la mañana, un grupo de docentes –entre ellos, Beatriz– iban a San Martín y Córdoba a explicarles a la gente qué significaba sacar Historia de la escuela secundaria y tuvieron reuniones con las ministras de Educación de entonces: Élida Rasino y Letizia Mengarelli. “Nadie podía explicar por qué se reducían los contenidos de Historia; pero está claro que el hecho de recortar el espacio dedicado a aprender Historia está relacionado con una consigna implícita: que no haya pasado”.
Empezó a perderse la perspectiva histórica de la construcción de los derechos.
Mientras tanto, en la reforma curricular de 2014, le dieron relevancia a una materia dedicada a la construcción de ciudadanía (Formación Ética y Ciudadana, en 1º y 2º, y Ciudadanía e identidad/participación/derechos, en 3º, 4º y 5º), con lo cual, la función ciudadana que tenía la Historia, tradicionalmente, pasó a estas materias. Desde entonces, empezó a perderse la perspectiva histórica de la construcción de los derechos. No es lo mismo enseñar la construcción de derechos tomando la historia como eje, que tomarla como algo aparte y sesgado, por afuera de la historia. Esto hace que no quede claro cuáles son las coyunturas, las circunstancias, las luchas y los protagonismos que incidieron en la consecución o retroceso de derechos, pudiendo ubicarlos en un contexto y en un marco histórico.
Un problema recurrente es la imposibilidad de llegar a lo más reciente en la historia. Historia reciente está planteada como materia sólo en 5º año de la terminalidad de Humanidades y Ciencias Sociales (que es la única que tiene Historia hasta 5º). En el resto, hay que llegar a la historia reciente entre 2º, 3º y 4º, lo cual obliga a los docentes a recortar y resignificar.
Esto hace que no quede claro cuáles son las coyunturas, las circunstancias, las luchas y los protagonismos que incidieron en la consecución o retroceso de derechos.
“En los últimos años, no sólo las horas de Historia se fueron reduciendo. Lo mismo ocurrió con las horas de Ciudadanía o Formación ética y ciudadana. Semanalmente, la grilla está ocupada por 5 o 6 horas de Matemática, pero al ejercicio de la ciudadanía y a la responsabilidad como ciudadanos se le dedican apenas 2 horas cátedra semanales. Tanto de primero a quinto (en la escuela media) como de primero a sexto (en la escuela técnica)”, describe la profesora de Historia Carolina Cosatto, docente de Escuela Media y Técnica, y apunta que “todas las ciencias sociales fueron reduciendo su presencia en la currícula”.
Explica que es muy difícil alcanzar a dar todos los temas, ya que la currícula tiene sólo 3 horas semanales en 3º y 4º año de las escuelas medias y 4 horas semanales en 2º. En las escuelas técnicas se mantiene la misma carga horaria (4 horas en 2º y 3 en 3º); pero en 4º, ya no tienen Historia. “Sólo en aquellas escuelas medias que cuentan con terminalidades como Ciencias Sociales o Comunicación, los estudiantes ven Historia hasta 5º año”.
Este vacío que dejó la enseñanza y el aprendizaje de la Historia fue ocupado por información breve a la que se accede mediante redes sociales: la mayoría de la población joven (no sólo de Argentina) se informa a partir de videos cortos. Las plataformas convirtieron la atención humana en carnada para el algoritmo.
Un electorado con atención fragmentada y pensamiento superficial es presa fácil de información falsa, de teorías conspirativas y de quienes gobiernan con memes, ya que no se necesitan argumentos.
Cada click, cada notificación, cada scroll entrena a la población en no concentrarse, en no leer, en no pensar. El resultado es una generación incapaz de razonar en profundidad o sostener una línea argumental más allá de los 15 segundos. Esto afecta el lenguaje, la memoria, la atención y el razonamiento.
Y la democracia también sufrió las consecuencias: un electorado con atención fragmentada y pensamientos superficiales es presa fácil de información falsa, de teorías conspirativas y de quienes gobiernan con memes, ya que no se necesitan argumentos.
Participación intraescolar versus apatía electoral
Beatriz hace hincapié en un dato que quizás ayude a comprender la mayor participación política de los adolescentes, en comparación con los diudadanos de 20 a 40 años. Señala que en las escuelas, a partir de la Ley Nacional de Centros de Estudiantes 26.877/2013, las prácticas de ciudadanía y de democracia tienen lugar dentro de las escuelas. Y a esas prácticas se sumó el Voto Joven, en 2023.
“Esto significó una ampliación de la participación para abajo en rango etario que convive, en simultáneo con un desinterés en participar de las elecciones municipales, provinciales y nacionales. Este dato sirve para entender que los adolescentes quieren participar políticamente (aplicado el término en sentido amplio y no en el estrictamente partidario) y de hecho lo hacen dentro de las escuelas.
Los nuevos chicos de la democracia
Aunque 2024 fue un año récord en elecciones, con casi la mitad de la población mundial acudiendo a las urnas, el Índice de Democracia de la Unidad de Inteligencia de The Economist (EIU) registró un nuevo retroceso, y alcanzó su nivel más bajo desde su creación en 2006. La puntuación promedio cayó de 5,23 en 2023 a 5,17 y refleja una preocupante tendencia global de estancamiento o reversión democrática.
De acuerdo al informe, solo 45% de la población mundial vivía en una democracia en 2024, mientras que 39% estaba bajo un régimen autoritario y 15% en sistemas híbridos, que combinan elementos democráticos con tendencias autoritarias. En este contexto, solo 25 países fueron clasificados como “democracias plenas”, mientras que 46 quedaron en la categoría de “democracias defectuosas”. La Argentina, con una puntuación de 6,51, se mantuvo en el puesto 54 dentro de este segundo grupo.
En el caso de Argentina, el informe señala la intensificación de las divisiones partidistas como un factor clave en el deterioro democrático, además de una postura presidencial confrontativa con los medios y la oposición que genera un efecto intimidante en las voces disidentes.
En este marco mundial contrario a la democracia, y aún reconociendo que la democracia no soluciona por sí misma los problemas cruciales que afectan hoy a la población argentina, los jóvenes entrevistados por Rosario3, rescatan sus valores: “Que la voz del pueblo tenga influencia”, “cantar, leer, escribir, usar y pensar lo que yo quiera”, “ser libre de discutir por mis ideales y mis derechos”, “ver a mi vieja laburar de lo que le gusta y que me enseñe sobre el pasado para que no se repita”, “militar donde me plazca, donde sienta que se representa lo que pienso y siento”, “vivir bajo la presidencia de alguien elegido por el pueblo que busque lo mejor para el país y para el pueblo”, “poder convivir en sociedad sin ser reprimido ni violentado por las autoridades por tener un pensamiento propio” y sobre todo: “tener memoria”.