Como cierre del XXIII Congreso Argentino de Nutrición, organizado por la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), la última conferencia titulada "Microbioma y una sola salud" dio cuenta de que la alteración de los ecosistemas de microbios afecta a millones de personas en todo el mundo, interviniendo en mecanismos que desarrollan obesidad, malnutrición, enfermedades crónicas no transmisibles y la degradación ambiental. Por este motivo, destacaron que uno de los desafíos más urgentes para la nutrición contemporánea se basa en preservar y potenciar la salud del microbioma para mejorar la salud humana, animal, vegetal y ambiental.
“El microbioma es mucho más que un conjunto de microorganismos: es una pieza clave que conecta sistemas vivos y ambientes. Cuidarlo es, hoy, una estrategia global de salud pública”, subrayaron. Tanto la obesidad como la malnutrición, enfermedades no transmisibles y degradación ambiental están profundamente entrelazadas con la alteración de los ecosistemas microbianos del cuerpo y del ambiente.
Una sola salud
El concepto de “Una sola salud” impulsado por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (WOAH) y el (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) se basa en una premisa simple: la salud humana no puede entenderse ni preservarse sin considerar la salud de los animales, las plantas y los ecosistemas. En ese entramado interdependiente, el microbioma emerge como el “eslabón perdido”, tal como lo señala el reciente informe de la FAO, que fue eje de análisis durante la presentación.
Por este motivo, los expertos entienden que "para resolver los problemas de salud se requiere más que intervenciones sobre el individuo". Y añadieron: "Necesitamos restaurar ecosistemas biológicos en múltiples niveles y el microbioma es el mejor sensor y modulador de esos equilibrios”.
Para ello, se detallaron cinco líneas de acción estratégicas que pueden implementarse como políticas públicas, sistemas alimentarios, salud y educación, orientadas a mejorar la salud humana y ambiental por medio de cuidado del microbioma:
-Transformar las dietas para nutrir al microbioma: Promover alimentos ricos en fibra, prebióticos y probióticos; evitar dietas de baja calidad nutricional que empobrecen la diversidad microbiana; y fomentar prácticas alimentarias saludables desde los primeros mil días de vida.
-Regenerar la agricultura y los suelos: Reemplazar agroquímicos por bioinsumos que protejan la vida microbiana del suelo; apoyar prácticas de agricultura regenerativa y orgánica; e implementar políticas que incentiven la salud del suelo como base de la seguridad alimentaria.
-Prevenir enfermedades no transmisibles desde el intestino: Promover intervenciones nutricionales basadas en la restauración del equilibrio microbiano intestinal e integrar el monitoreo del microbioma en estrategias de salud pública para enfermedades como obesidad, diabetes tipo 2, síndrome metabólico y algunas enfermedades inflamatorias.
-Educar en microbioma desde una mirada interdisciplinaria: Incluir contenidos sobre microbiota en la formación de profesionales de salud, veterinarios, agrónomos y educadores; diseñar campañas de alfabetización alimentaria con enfoque microbiano; e incentivar pautas dietéticas nacionales que contemplen la salud del microbioma.
-Diseñar políticas integradas y multisectoriales: Incorporar indicadores de diversidad microbiana en las evaluaciones ambientales; desarrollar marcos normativos que regulen prácticas industriales que dañan la microbiota humana y ambiental; e impulsar alianzas público-privadas para la innovación basada en el microbioma.
"Durante décadas subestimamos a los microorganismos y hoy descubrimos que sin ellos no hay salud posible. Incorporar la consideración sobre el microbioma en nuestra práctica diaria y en las políticas públicas es un paso impostergable", subrayaron desde la SAN.
Asimismo, desde el Congreso resaltaron: "Si no reparamos esa conexión, seguiremos viendo el aumento de enfermedades que no se resuelven solo con medicamentos. Esta conferencia marca un antes y un después en cómo pensamos la nutrición”.
Tanto el documento “Microbiome: The Missing Link?” de la FAO como el artículo técnico publicado este año por el consorcio integrado por FAO, OMS, WOAH y PNUMA, coinciden en que es urgente la integración de la ciencia del microbioma en la agenda de salud global.
“Para el diseño de políticas para la obesidad o la seguridad alimentaria, tenemos que empezar a tener en cuenta el impacto de múltiples factores sobre nuestros ecosistemas microbianos. Cada antibiótico innecesario, cada fertilizante químico utilizado de manera no responsable, cada bebida alcohólica o alimento de baja calidad nutricional que ingerimos tiene consecuencias que se van sumando sobre estos pequeños aliados invisibles que mantenían el equilibrio”, remarcaron.
De esta forma, se enumeraron ejemplos de intervenciones exitosas vinculadas al microbioma:
-Uso de probióticos para reducir episodios de diarrea o reforzar la inmunidad.
-Biorremediación de suelos mediante bacterias beneficiosas para reducir micotoxinas en cultivos.
-Inóculos microbianos en agricultura para mejorar la nutrición vegetal y reducir el uso de insumos químicos.
-Formulación de alimentos funcionales que mejoren la salud intestinal y la respuesta metabólica.
-Reducción del metano en rumiantes mediante manipulación del microbioma del rumen.
“Cada Ministerio de Salud, de Ambiente y de Agricultura tiene una pieza del rompecabezas, pero solo una estrategia coordinada puede generar el cambio. Y ese cambio tiene que empezar ahora”, enfatizaron, mientras que tanto la FAO como los especialistas locales resaltan que, además de ser necesario, este abordaje es viable. De hecho, países como Finlandia, Francia y Canadá ya están incorporando indicadores microbianos en sus políticas agroalimentarias y de salud pública.
Fuente: NA.