Un reciente macroestudio (estudio a gran escala), con datos de más de un millón de personas, reveló las claves genéticas que se encuentran detrás de la tartamudez. De esta forma, se sentaron las bases para investigaciones adicionales que podrían conducir a una identificación más temprana o a avances terapéuticos para este trastorno. La investigación fue llevada adelante por la Universidad Vanderbilt (Estados Unidos) y los resultados se publicaron en Nature Genetics.

Los investigadores revelaron que hay 57 regiones genómicas diferentes asociadas a la tartamudez y sugieren una estructura genética compartida entre este trastorno, el autismo o la depresión. Así, los hallazgos suponen una mejor comprensión de las causas de la tartamudez y, según los expertos, se podrían reemplazar las ideas anticuadas sobre este trastorno, muchas veces mantenidas por el público general que contribuyen al estigma.

Un problema poco estudiado

La tartamudez es caracterizada por repeticiones de sílabas y palabras, prolongaciones de sonidos y pausas entre palabras. Se trata del trastorno de fluidez del habla más común y afecta a unos 400 millones de personas en el mundo.

“Nadie entiende realmente por qué alguien tartamudea, ha sido un completo misterio. Y esto se aplica a la mayoría de las patologías del habla y el lenguaje, que se han estudiado muy poco porque no requieren hospitalización, pero pueden tener consecuencias enormes en la calidad de vida de las personas”, indicaron.

El lugar del estigma

Los jóvenes que tartamudean reportan un mayor acoso, una menor participación en clase y una experiencia educativa más negativa. Un problema que también puede afectar negativamente las oportunidades laborales, el rendimiento laboral percibido y el bienestar mental y social.

Suele aparecer en niños de entre 2 y 5 años, y aproximadamente el 80% de ellos se recupera espontáneamente, con o sin logopedia, y aunque al principio afecta a un número casi igual de hombres y mujeres, después pero es más común en adolescentes y adultos varones.

“Históricamente, hemos considerado la musicalidad, el habla y el lenguaje como tres entidades separadas. No obstante, estos estudios sugieren que podría existir una base genética común y que la arquitectura cerebral que regula estas capacidades podría formar parte de una misma vía”, aseguraron.

Fuente: SINC.