Según un reciente estudio, los ojos parpadean al compás de la música incluso sin que la persona se de cuenta. De esta forma, se pudo comprobar una nueva forma de sincronización entre la música y el cuerpo humano. El fenómeno está asociado a la sincronización auditivo-motora, un mecanismo cerebral que permite acompasar los movimientos al ritmo. En esta nueva investigación está liderada por la Academia China de Ciencias y publicada en PLOS Biology.
El estudio
Con más de 100 participantes, el estudio implicó escuchar piezas de música clásica occidental con un tempo constante mientras se registraban los parpadeos y actividad cerebral. Los parpadeos coincidían con el pulso musical y, a la vez, las ondas cerebrales se sincronizaban con él.
Para descartar que se tratara de una reacción a melodías reconocibles, los investigadores reprodujeron las mismas piezas al revés, y el efecto persistió. Incluso ritmos aislados de un solo tono provocaron una sincronización similar.
Sin embargo, cuando los participantes debieron concentrarse en otra tarea (detectar la aparición de un punto rojo en la pantalla), la coordinación desapareció. Es decir, este "bailar con los ojos" ocurre cuando se le presta atención al sonido aunque no se sea consciente de ello.
Por otra parte, ninguno de los voluntarios era músico, lo que sugiere que se trata de una propiedad universal del cerebro humano, no de un aprendizaje derivado de la formación musical. Los autores creen que este comportamiento puede ofrecer una nueva vía para estudiar cómo el cerebro procesa el ritmo y cómo se conectan la audición, el movimiento y la atención.
Además, la investigación también posibilita aplicaciones clínicas: algunas enfermedades neurológicas asociadas a dificultades del movimiento se benefician de terapias musicales basadas en la sincronización auditivo-motora. Medir los parpadeos, un gesto fácil de registrar y libre de esfuerzo, podría convertirse en una herramienta diagnóstica o de seguimiento.
“Un gesto diminuto, como un parpadeo, revela una coordinación profunda entre oír y actuar”, indicaron desde el estudio. Y concluyeron: “A veces, los pequeños comportamientos cuentan grandes historias sobre cómo funciona el cerebro”.
Fuente: SINC.