Rosario3.com fue al encuentro del psicólogo Jorge Libman para acercar una respuesta a este interrogante que representa una preocupación para todo ser humanos: un desafío; por ejemplo, cuando al despertar en la mañana siguiente sentimos un arrepentimiento por algo que hicimos o dijimos el día o la noche anterior.
“El arrepentimiento, que está asociado fuertemente con otros conceptos, ya que nunca viene solo, está fuertemente ligado al concepto de culpa”, afirma Libman, quien se explaya: “se trata de una expresión propia del sujeto; un sentimiento subjetivo, que aparece cuando creemos que hemos cometido un error que de algún modo afecta a otra persona. Creemos que hemos incomodado y hasta perjudicado a otra persona. Es algo que cada uno de nosotros no sólo lamenta, sino que fantasía con la posibilidad de volver sobre sus pasos. Su importancia depende de una serie de factores: calidad del vínculo, consecuencias, etc, y se instala, siempre, acompañado de la culpa que sentimos”.
Jorge Libman sigue avanzando: “nos arrepentimos y sentimos vergüenza porque funciona en nosotros la “conciencia moral”, la que Freud desarrolló como la instancia del súper yo, lugar desde el que uno se arrepiente y lo hace manifiesto. Lo que ocurre es que si no hay un proceso de reflexión sobre aquello que uno hizo, todo quedará como una explicación vacía.
Siempre el arrepentimiento profundo está ligado al sentimiento de culpa. Pero es bueno aclarar que hay gente que se arrepiente pero que no siente culpa, aunque recurra como una máscara, a la vergüenza. Aun experimentando ésta, la persona que cometió la agresión puede no sentir verdadera culpa.
- ¿Quiere decir que el arrepentimiento exige otro acto posterior para lograr un cierre a la ofensa infringida?
- Sí. Siempre es necesario un acto de reparación.
- ¿Parecería entonces que la culpa sería la moneda con la que pagamos nuestro exceso ofensivo?
- Y, sí. Porque hay gente que se queda solo en la culpa, pero no modifica nada de su conducta.
- Entonces, ¿una instancia superadora de la ofensa sería resarcir al ofendido?
- Nosotros los judíos, tenemos, dentro del calendario de eventos religiosos, uno fundamental que es el “día del perdón”: Yom Kippur y el año nuevo judío que conforman un proceso en conjunto donde el año termina con el día dedicado al perdón, poniendo el énfasis en el acto reparatorio, de lo contrario no habría perdón de Dios, necesario para que uno pueda quedar inscripto en el libro de la vida, hecho que cada uno anhela.
Alguien puede arrepentirse muchas veces, pero no modificar conductas y no reparar el daño causado.
- ¿Pedir perdón es un paso hacia el perdonarse?
- Sí. Si es que este acto va ligado a un proceso de cambio. Imagino a una persona con permanentes conductas impulsivas como las que se manifiesta el personaje que interpreta a Elton John en “Rocket man”. Va a reconciliarse con sus padres, luego de la salida de una de sus crisis. Los padres, que le ocasionaron un profundo daño psíquico, no registraron sus responsabilidades. Pero él pudo hacer su acto autoreparatorio reconstituyéndose y formando una familia.
Este es un tema que ha sido muy estudiado en el psicoanálisis, por Melaine Klein y por Winnicott, quienes pudieron avanzar, sobre lo aportado por Freud, en el concepto en que el niño incorpore el sentimiento de culpa pero que después en su desarrollo, sume el acto de reparación.
Todos debemos estar atentos ante la persona que se arrepintió, ya que con eso solo no alcanza. Muchos piden perdón, acto que se banaliza al no ir acompañado ese pedido del arrepentimiento y del cambio de conducta.
Abusadores y violentos viven pidiendo perdón, pero si no hay arrepentimiento, sin acto reflexivo que lleve a la reparación y al cambio de conducta, ese perdón termina banalizándose y pierdo todo sustento.