Según los últimos datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), cuatro de cada diez establecimientos de salud en América Latina y el Caribe están expuestos a amenazas naturales. A medida que los desastres se tornan más frecuentes y destructivos, los sistemas de salud pública deben prepararse para responder y recuperarse, garantizando la prestación de servicios esenciales cuando estos más se necesiten.

En tal sentido, reducir las interrupciones en los servicios y minimizar la pérdida de infraestructura debido a los desastres es una prioridad de salud pública.

Reducir el riesgo de desastres

Desde el organismo hacen un llamado sobre el creciente impacto de los desastres y la necesidad de estar preparados para mantener la continuidad de la atención en los establecimientos de salud. En tal sentido, resulta clave realizar inversiones tempranas en la preparación de los servicios de salud para evitar pérdidas mucho mayores en el futuro.

Entre 2000 y 2022, desastres como huracanes, erupciones volcánicas y terremotos afectaron a más de 190 millones de personas en las Américas. Aunque algunas instalaciones construidas después de 1980 fueron diseñadas para resistir terremotos, la mayoría no considera los efectos de los eventos climáticos. Además, la pandemia de COVID-19 demostró cómo la interrupción de los servicios puede afectar a las comunidades, especialmente en las zonas remotas.

La Iniciativa de Hospitales Resilientes de la OPS, que está en su segundo año de implementación, ejemplifica cómo se aplica la reducción del riesgo de desastres en la práctica. En el marco de esta iniciativa, los países participantes fortalecen las políticas nacionales, refuerzan la seguridad estructural de los establecimientos de salud y adoptan tecnologías ambientalmente sostenibles de manera rentable, al tiempo que desarrollan la capacidad de respuesta necesaria para mantener funciones críticas.

Esto garantiza servicios esenciales y de salvamento de alta calidad, y continuidad en medio de las crisis, sin dejar a nadie atrás. Esta estrategia ha beneficiado a más de 250 hospitales en 13 países hasta el momento.

Las políticas nacionales fortalecen la resiliencia

Los ejemplos de hospitales resilientes incluyen sistemas de energía y agua de respaldo, planes de gestión de emergencias confiables (incluidos evaluaciones de riesgo, equipos de respuesta rápida y ejercicios de simulación), y capacitación del personal para escenarios multiamenaza.

Un diseño eficaz debe tener en cuenta los riesgos climáticos y ubicar los recursos críticos en zonas protegidas, mientras que la resiliencia operativa se refuerza mediante el almacenamiento de suministros esenciales y el aseguramiento de cadenas de suministro flexibles.

Fuente: OPS/PAHO.