Al momento de bañarse, algunas personas prefieren utilizar agua caliente (incluso muy caliente, lo cual puede resultar perjudicial), o, por el contrario, agua fría (y, en extremos, casi helada). Por este motivo, la ciencia revela cuál es la mejor elección.

¿Ducha fría o caliente?

Por un lado, desde la ciencia advierten que demasiada temperatura puede dañar la piel, afectar la fertilidad masculina y hasta generar cierto malestar si se prolonga mucho tiempo. Sin embargo, las duchas calientes también ofrecen ventajas como alivio de tensiones musculares, reducción de rigidez en las articulaciones y limpieza más profunda al abrir los poros. Además, ayudan a conciliar el sueño, ya que después de un baño caliente el cuerpo se enfría, lo que envía señales al cerebro para la relajación. 

Las duchas calientes ofrecen ventajas como alivio de tensiones musculares, reducción de rigidez en las articulaciones y limpieza más profunda al abrir los poros (forbes.com).

Y, por otro lado, el agua fría tiene efectos bastante distintos y muy útiles en ciertas circunstancias. La exposición al frío activa el sistema nervioso simpático: los vasos sanguíneos se contraen, el ritmo cardíaco sube, lo que favorece la circulación al alternar entre contracción y dilatación. También estimula el sistema inmunológico, mejora el ánimo y puede ayudar a recuperar tras hacer ejercicio

Un punto clave que señala la ciencia es que no existe una “mejor” opción absoluta para todos los días: depende del momento, del estado físico, de lo que se busca (relajación, recuperación muscular, energía, etc.). Por ejemplo, una ducha caliente puede ser ideal luego de una jornada estresante o al acostarse; mientras que una fría puede servir si uno busca despertarse, activarse o recuperarse tras un entrenamiento físico. 

Una ducha fría puede servir si se busca despertarse, activarse o recuperarse tras un entrenamiento físico (revistagq.com).

En conclusión, quienes deseen relajarse, cuidar la piel, dormir bien y calmar músculos, lo mejor es una ducha con agua templada a caliente, sin excederse. Pero, si el objetivo es activarse, mejorar el ánimo, estimular el sistema inmunitario o recuperarte rápidamente, introducir duchas frías (aunque sea por pocos segundos al finalpuede brindar grandes beneficios. Como siempre, escuchar al propio cuerpo será la clave.

Fuente: GQ.