Con la presentación de nuevas temporadas en las distintas capitales de la moda, Victoria Beckham no quedó atrás. Su nueva colección propone un delicado equilibrio entre la memoria sensorial de lo femenino y la precisión quirúrgica de la sastrería.
De este modo, se reafirma el sello de la diseñadora, sofisticación disciplinada, elegancia silenciosa y un minimalismo que no renuncia a la intimidad estética. Esta vez, la apuesta pasa por explorar las formas desde un enfoque más lúdico, casi escultórico, pero siempre con la premisa de que la prenda se viva, se use y se sienta.
Uno de los ejes más destacados es el juego de proporciones. Beckham introduce pantalones con efecto paper bag, pliegues dobles y jeans japoneses con doblez en la cintura que modifican la estructura habitual del denim. La exageración de volumen aparece, aunque medida, colocada justo donde la silueta puede crecer sin desbordarse. A esto se suman cortes asimétricos y dobladillos circulares que generan líneas como si la tela fuese plegada a mano, creando gestos artísticos en pleno movimiento.
La colección también trabaja con la idea del “doblez consciente”, es decir, prendas que se pliegan sobre sí mismas para dibujar nuevos contornos, desde tops que envuelven el torso con naturalidad hasta faldas que parecen evolucionar a medida que se camina. Es un recurso que aporta sorpresa sin caer en el exceso, y que demuestra que el diseño contemporáneo puede ser experimental sin perder su costado práctico.