Poner límites en pareja no significa levantar muros, sino establecer un marco claro que permita que ambas personas crezcan sin perder su individualidad. Sin embargo, muchas veces aparece la culpa, ese nudo en el estómago que hace creer que protegerse es ser egoísta. Nada más lejos de la realidad.

Poner límites sin culpa en una relación

Uno de los pasos más importantes es reconocer qué es lo que se necesita y qué incomoda. Si algo duele, agota o hace sentir una especie de invasión, es una señal de que hay un límite que merece ser expresado. Poder identificarlo es el primer acto de autocuidado, incluso antes de comunicarlo a la otra persona.

Uno de los pasos más importantes es reconocer qué es lo que se necesita y qué incomoda (femina.hu)

A su vez, la forma de decirlo también cuenta, ya que no hace falta gritar ni pelear. Un límite no es un castigo, es una manera de marcar el espacio emocional propio. Frases como “esto me incomoda” o “necesito tiempo para mí” son válidas y no requieren justificación excesiva.

La culpa muchas veces aparece porque hay un temor a decepcionar o perder al otro. Pero poner límites no es rechazar, es confiar en que la relación es lo suficientemente fuerte y respetuosa como para sostener las diferencias. Amar no implica decir a todo que sí, sino sentirse seguro para hablar sin miedo, dicen los expertos.

La forma de decirlo también cuenta, ya que no hace falta gritar ni pelear (freepik.com)

Por último, recordar que poner límites también mejora la relación, ya que evita resentimientos, fortalece la comunicación y crea un vínculo más equilibrado. No es un gesto egoísta, es una muestra de amor maduro.