En un universo donde la relojería de lujo suele asociarse a cajas voluminosas y diseños recargados, una de las principales firmas eligió otro camino, el de la elegancia depurada. Se trata de Hermès, que, a través de su Slim d’Hermès Quantième Perpétuel, condensa esta filosofía en una silueta ultrafina que sorprende por su ligereza visual sin renunciar a la complejidad mecánica.
Hermès Slim Quantième Perpétuel
A primera vista, el reloj enamora por su perfil. Con apenas 9 mm de grosor que envuelven una caja de 39,5 mm, se genera un equilibrio perfecto entre discreción y presencia. Sus líneas limpias, la tipografía diseñada especialmente para la colección y la versión en oro rosa lo convierten en un objeto que "habla en voz baja, pero con autoridad estética", según expertos.
El interior revela la verdadera proeza. Equipado con un calendario perpetuo (una de las complicaciones más exigentes de la relojería), la pieza ajusta automáticamente días, meses y años bisiestos, mostrando además un segundo huso horario y una poética fase lunar en nácar. Todo esto en una carátula que mantiene la claridad como prioridad.
El movimiento manufactura H1950, con microrrotor, es el responsable de que la pieza mantenga su delgadez sin sacrificar potencia. A través del fondo de zafiro, se aprecia su decoración sutil y refinada, un sello distintivo de la maison que honra la tradición artesanal suiza.
Con un precio que supera los estándares del lujo discreto, el Slim d’Hermès no busca ser un reloj para todos, sino una pieza pensada para quienes entienden que el verdadero valor está en los detalles.
Fuente: GQ.