La Copa América del Centenario, que se celebra en los Estados Unidos, quedó inaugurada este viernes en la calurosa tarde de San Francisco con un show que, como no podía ser de otra manera, tuvo un sello muy americano. Fue la antesala del partido inaugural, que marcó la victoria de Colombia sobre los locales.

Las presencias musicales de Jason Derulo, Magic¡ y J Balvin le imprimieron el tono festivo que la jornada ameritaba, pero el toque esencialmente futbolero no apareció, salvo por el homenaje que se realizó en memoria del asesinado zaguero colombiano Andrés Escobar, ocurrido justamente después del Mundial de Estados Unidos 1994.

El Comité Organizador ha querido presentar con el que define como un "vibrante show musical" lo que considera "una muestra de la diversidad e historia" de la Conmebol y la Concacaf, las dos confederaciones que se han unido para producir la Copa América Centenario.

Y para que la paradoja fuera mayor, en el primer partido de la Copa en el Levi's Stadium de Santa Clara, los que más gozaron antes y después de la fiesta no fueron los estadounidenses que llegaron para observar a su equipo más que para alentarlo, sino justamente los colombianos, sus adversarios, que fueron mayoría en las cómodas graderías y el apoyo a los dirigidos por el argentino José Pekerman.

Sin tiempo para poco más que un desparramo de balones redondos en un escenario acostumbrado al fútbol americano, recién el fútbol empezó a disfrutarse en Estados Unidos como se hace en el resto del mundo, aunque la pasión vino de afuera.

Y esta inauguración, la segunda que provoca el fútbol en los Estados Unidos después de la del Mundial de 1994, ratificó que más allá de la instauración de la Major League Soccer y que por aquí alguna vez jugaron Pelé y Beckenbauer, si este deporte no se lleva en los genes de una sociedad, difícilmente crezca en ella.

Es que resulta casi una misión imposible para los medios, los argentinos en particular muy afectos a perseguir efectos de color, encontrar algo vinculado al fútbol que identifique la realización aquí de la que debería ser la Copa América más importante de la historia.

Y para aquel que recuerda la final del Mundial de 1994 en Los Angeles, por cierto también la más aburrida de que se tenga memoria (Brasil le ganó por penales a Italia después de un insufrible 0 a 0), seguramente la mayor atracción estuvo dada por el show que brindó dentro del campo de juego la inolvidable Whitney Houston, mientras un joven Dustin Hoffmann la aplaudía a rabiar desde un palco muy cercano a los enviados de entonces por la agencia Télam, algunos de los cuáles hoy están nuevamente aquí para tomar contacto con aquella misma indiferencia que generaba el fútbol.