“Estamos muy lejos de derrotar a los Red Bull en ritmo de carrera y ahora también estamos detrás de los McLaren. Tenemos que seguir trabajando. Sabía que no iba a poder ganar hoy (el domingo pasado) y ya me habían dicho desde el equipo que sería medio segundo más lento que ellos. La victoria se me escapó de entrada, pero quizá podría haber terminado tercero”.

Lewis Hamilton padece lo que durante muchos años disfrutó. Las enormes diferencias que antes sacaba Mercedes, ahora las consigue Red Bull, que si no sucede nada extraño, ganará casi todas las carreras de Fórmula Uno de aquí a fin de año.

En realidad, Max Verstappen lo conseguirá, porque su auto es infinitamente superior también al de su compañero de equipo Sergio Checo Pérez.

Las virtudes del neerlandés son incuestionables, pero cualquiera de los pilotos con los que supuestamente compite que se sentara en su Red Bull, sería campeón del mundo, o al menos pelearía el campeonato en el caso de los más novatos. 

Siempre se dijo, las carreras son de autos, los pilotos son todos buenos. De hecho, de los 11 Grandes Premios disputados hasta hoy, Verstappen ganó 9 y Pérez 2. Y en las dos en las que se impuso el mexicano, su escolta fue el hijo de Jos. 

Red Bull ya le sacó 229 puntos a Mercedes, que marcha segundo en la Copa de Constructores.

Hace años que la Fórmula Uno perdió competitividad. La era Schumacher con Ferrari, la era Red Bull con Vettel, la era Hamilton con Mercedes, la actual con Verstappen.

Las expectativas siguen siendo las mismas. La verdadera carrera se da del segundo o del tercer puesto hacia atrás. Si Checo no le pega a nada, el mayor objetivo de los rivales de Red Bull es el último lugar del podio.

A la falta de interés que genera semejante superioridad, hay que agregarle algunos circuitos insoportablemente angostos en los que un sobrepaso es casi una quimera.

Los callejeros, Mónaco incluido con toda su magia, son un atentado a las carreras. Son lo más parecido a una pista de juguete en la que un participante puede perseguir a otro por horas sin superarlo. Pero son económicamente rentables. 

Ahora a la clasificación le cambiaron las reglas para hacerla más atractiva. Sólo neumáticos duros en la qualy 1, sólo medios en la 2 y sólo blandos en la 3, que define los 10 primeros lugares de la grilla.

No cambia mucho. Salvo algún batacazo como el de Hamilton en Hungría el domingo último, que encima le sirvió de muy poco porque largó pésimo y quedó cuarto.

“No fue la peor largada que tuve, obviamente la de Max fue mejor. Tuve un poco de derrape, entonces Max se ubicó por la parte interna, me sacó hacia afuera y también me pasaron los dos McLaren. Después de eso, simplemente no era lo suficientemente rápido para seguir el ritmo de los demás”, explicó Hamilton.

Listo, antes de la primera curva la carrera estaba terminada: ganaría Verstappen. La mínima expectativa era saber cuántos lugares treparía el otro Red Bull desde el noveno lugar de partida.

Salvo la mejoría de McLaren en las últimas competencias, el orden está preestablecido desde hace unos cuantos años: primero Red Bull, después el resto.

Mañana (domingo), en Bélgica, el circuito permite ilusionarse con alguna chance de competitividad, pero probablemente suceda, como ante cada carrera de Fórmula Uno, que la ilusión dure hasta que se apague el último semáforo.