Dejó Silicon Valley, fundó una biotecnológica líder y ahora dirige 12 potenciales startups

Hugo Menzella, uno de los creadores de Keclon, está al frente del IPROByQ. Siete de los proyectos que allí se desarrollan recibieron aportes para escalarlos

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Tenía un importante puesto en una renombrada compañía tecnológica de Silicon Valley pero decidió dejar todo y volver al país. Cofundó una empresa de biotecnología como Keclon, que en nueve años se posicionó como una de las más relevantes de Argentina en la materia, y que meses atrás inauguró una planta en San Lorenzo de u$s7 millones. Sin embargo decidió alejarse de la parte gerencial de esa exitosa compañía y volver a las fuentes. Hoy dirige el Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos (IPROByQ), que cuenta con 12 proyectos en marcha, siete de los cuales recibieron un subsidio provincial para acelerar su desarrollo. “Mi objetivo es hacer muchos Keclons todavía más grandes y en menor tiempo”, aseveró Hugo Menzella.

“Yo sé de ciencia, que es lo que me apasiona, y si bien no me fue mal gerenciando (levantó $14 millones de dólares en distintas rondas de inversión), no es lo mío y hay gente mejor preparada para hacerlo”, manifestó Menzella, que aunque ya no está al frente de Keclon, sigue siendo accionista. “Cuando una empresa funciona bien no depende de nadie, y en nuestro caso eso ocurrió”, agregó.

Ya al frente del IPROByQ, de donde surgieron startups de la talla de Keclon y Michroma, le tocó liderar la tarea de reconstruirlo tras el derrumbe del techo. Con ayuda de la Provincia y del Conicet, este año el instituto se levantó y ya alberga a 45 científicos especializados en el desarrollo de tecnologías para el agro, alimentos y también la cosmética. Muchos de los proyectos que allí surgieron ya empezaron a dar pasos importantes, como es el caso de uno que apunta al desarrollo de tecnologías de glicerólisis/metanólisis enzimática, para transformar los residuos de la industria aceitera en aceite y/o biodiesel de calidad exportable, el cual recibió un aporte provincial de $3 millones.

Otro apunta a la obtención de lechos absorbentes renovables para el tratamiento de efluentes de textiles industriales a partir de cascarillas de soja, para el cual se otorgaron $2,5 millones. Un tercero se centra en el orujo de uva y busca el desarrollo de procesos de bajo impacto ambiental para obtener compuestos bioactivos con aplicación en alimentos funcionales. También despertó interés una iniciativa que busca la producción de ácido hialurónico, de gran demanda en la industria cosmética y la cirugía estética. Se vale de métodos sustentables y obtiene el producto a un valor hasta 15 veces menor del convencional.

“Se trata de proyectos que priorizan el cuidado del medioambiente, que buscan revalorizar los residuos y transformarlos en productos con alto valor exportable”, sintetizó en diálogo con Ecos365. Partiendo de la gran fortaleza argentina en ciencia básica, Menzella apunta a que cada vez más científicos decidan dar el salto a la parte productiva, pero no quiere apurar los pasos. “La biotecnología tiene tiempos largos. A nosotros Keclon nos demandó nueve años, cometimos errores como todos, pero de ahí aprendimos y esa experiencia es la que queremos transmitir a los jóvenes”, manifestó.

Consideró que en el IPROByQ hay proyectos que en dos años ya pueden estar listos para dar el gran salto, pero advirtió que también pueden fracasar, y que eso tampoco debe ser el fin del mundo para quienes están a cargo. “En este rubro, si siempre te va bien, algo raro está pasando, porque también te tiene que ir mal para incorporar otras cosas”, señaló. Más allá de eso, no dudó respecto a los objetivos trazados: “Acá lo que buscamos es hacer varios Keclons, más grandes, mejores y más rápido, porque hay material para poder concretarlo”, concluyó.

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